En el Domingo Mundial de las Misiones, una semana antes de la clausura de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que celebra su Segunda Sesión en Roma del 2 al 27 de octubre, el Papa Francisco presidió la Eucaristía en la que fueron canonizados 14 nuevos santos: el hermano Manuel Ruiz López y siete compañeros, Francisco, Mooti y Rafael Massabki, José Allamano, sor Paradis Marie Leonie y sor Elena Guerra, que, según el Santo Padre, “vivieron según el estilo de Jesús: el servicio”.
Discípulos del Evangelio
Francisco se refirió a ellos en su homilía como “discípulos del Evangelio”, destacando que “a lo largo de la agitada historia de la humanidad, ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y en la alegría, como el hermano Manuel Ruiz López y sus compañeros. Son sacerdotes y consagradas fervientes de pasión misionera, como el padre José Allamano, sor María Leonia Paradis y sor Elena Guerra”. En palabras del Papa, “la fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final”.
Comentando el Evangelio del XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, recordando la conversación de Jesús con Santiago y Juan, Francisco dijo que “Jesús hace preguntas y, precisamente así, nos ayuda a discernir, porque las preguntas nos hacen descubrir lo que hay dentro de nosotros, iluminan lo que llevamos en el corazón”. De ahí su invitación a dejarnos interpelar por la Palabra del Señor, tomando como punto de partida las preguntas de Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”; “¿Puedes beber de mi mismo cáliz?”.
Son preguntas que muestran “el vínculo y las expectativas que los discípulos tienen sobre él, con las luces y sombras propias de cualquier relación”, recordó el Papa. Reconociendo el vínculo de Jesús con Santiago y Juan, dijo que “tienen pretensiones. Ellos expresan el deseo de estar cerca de Él, pero sólo para ocupar un lugar de honor, para desempeñar un papel importante”, según el texto evangélico: “sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda, cuando esté en su gloria”. Por eso “Evidentemente, piensan en Jesús como un Mesías victorioso y glorioso, y esperan que Él comparta su gloria con ellos. Ven en Jesús al Mesías, pero se lo imaginan según la lógica del poder”, subrayó Francisco.
Dos preguntas para ver intenciones
Según el Papa, “Jesús no se detiene en las palabras de los discípulos, sino que profundiza, escucha y lee el corazón. Y durante el diálogo, a través de dos preguntas, intenta sacar a la luz el deseo que hay detrás de esas Y en el diálogo, a través de dos preguntas, intenta sacar a la luz el deseo que hay detrás de esas peticiones.” En la primera pregunta: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”, el Santo Padre subraya que “esta pregunta desvela los pensamientos de sus corazones, pone de manifiesto las expectativas ocultas y los sueños de gloria que los discípulos cultivan en secreto”. Imaginando la pregunta de Jesús: “¿Quién quieres que sea yo para ti?”, el Papa señaló que “así, desenmascara lo que realmente desean: un Mesías poderoso y victorioso que les dé un puesto de honor”.
Con la segunda pregunta: “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”, el Papa dijo que “Jesús rechaza esta imagen del Mesías y de este modo los ayuda a cambiar su forma de ver, es decir, a convertirse”. Según él, “les revela que Él no es el Mesías que ellos piensan; es el Dios del amor, que se abaja para alcanzar a los humildes; que se hace débil para levantar a los débiles; que trabaja por la paz y no por la guerra; que vino para servir y no para ser servido. El cáliz que el Señor beberá es la ofrenda de su vida, entregada a nosotros por amor, hasta la muerte y una muerte de cruz.”.
El esclavo de todos
En este punto, el Santo Padre recordó que “a su derecha y a su izquierda habrá dos ladrones, crucificados como Él en la cruz y no acomodados en los tronos del poder; dos ladrones clavados con Cristo en el dolor y no sentados en la gloria. El rey crucificado, el justo condenado se hace esclavo de todos: ¡este es verdaderamente el Hijo de Dios!”. Continuando su comentario, subrayó que “el vencedor no es el que domina, sino el que sirve por amor”, recordando que “nos lo recuerda también la Carta a los Hebreos”.
En el texto aparece que “en este momento, Jesús puede ayudar a los discípulos a convertirse, a cambiar de mentalidad”, mostrando que, frente al poder de los grandes, “no tiene por qué ser así para quienes siguen a un Dios que se hizo siervo para alcanzar a todos con su amor. Los que siguen a Cristo, si quieren ser grandes, deben servir, aprendiendo de Él.” En el Evangelio del día, Francisco ve que “Jesús revela los pensamientos, deseos y proyecciones de nuestro corazón, a veces desenmascarando nuestras expectativas de gloria, de dominio, de poder. Él nos ayuda a pensar ya no según los criterios del mundo, sino conforme al estilo de Dios, que se hace el último para que los últimos sean enaltecidos y lleguen a ser los primeros”.
El servicio es el estilo de vida cristiano
Para el Papa Francisco, “estas preguntas de Jesús, con su enseñanza sobre el servicio, a menudo son incomprensibles para nosotros, como lo eran para los discípulos. Pero siguiéndolo a Él, caminando tras sus huellas y acogiendo el don de su amor que transforma nuestra manera de pensar, también nosotros podemos aprender el estilo de Dios: el servicio.” Una dinámica a la que nos invitó a aspirar: “no el poder, sino el servicio. El servicio es el estilo de vida cristiano. No se trata de una lista de cosas por hacer, como si, una vez hechas, pudiéramos considerar que nuestro turno terminó; quien sirve con amor no dice: “ahora le tocará a otro”. Este es un modo de pensar como empleados, no como testigos”.
Según el Santo Padre, “el servicio nace del amor y el amor no conoce fronteras, no hace cálculos, se consume y se da. No se limita a producir para obtener resultados, no es una asistencia ocasional, sino algo que nace del corazón, de un corazón renovado por el amor y en el amor.” Por eso, “cuando aprendemos a servir, cada gesto de atención y cuidado, cada expresión de ternura, cada obra de misericordia, se convierten en un reflejo del amor de Dios. Y así continuamos la obra de Jesús en el mundo”. Por último, el Papa pidió la intercesión de los nuevos santos, “para que también nosotros podamos seguir a Cristo, imitarlo en el servicio y convertirnos en testigos de esperanza para el mundo.”