La sinodalidad de Francisco, una intuición de largo plazo

Juan Manuel Hurtado
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Por: Juan Manuel Hurtado López

marzo 17, 2024

Con el tema de la sinodalidad propuesto por el Papa Francisco para toda la Iglesia, nos estamos enfrentando a una de esas intuiciones que se han dado a lo largo de la historia de la Iglesia, que son para “un largo plazo”. 

Tomamos prestada aquí una propuesta metodológica del campo de las ciencias sociales elaborada por el científico norteamericano Immanuel Wallerstein, quien  ha explorado este campo. Él muestra que a lo largo de la historia se han dado pocos ‘sistemas-mundo’. Él estructuró un método que llama “análisis de los sistemas-mundo” para explicar el nacimiento del capitalismo desde el siglo XVI hasta hoy y su alcance en las sociedades contemporáneas, lo mismo que sus límites y ocaso1. Él habla de sistemas-mundo de larga duración que abarcan toda una época, como fue el caso del Imperio Romano o el sistema capitalista actual.

Pues esta propuesta científica de “larga duración” es lo que yo veo en el desafío y temática que el Papa Francisco ha propuesto para la Iglesia con la sinodalidad

Me imagino lo que propusieron los Padres de la Iglesia de los siglos II y III como búsqueda y respuesta a los desafíos que encontraron, para proponer a Cristo como salvador de todos los pueblos. 

Así san Clemente alejandrino propuso la ‘preparación evangélica’ como el camino para explicar la acción del Verbo de Dios a culturas diferentes a la judía. Tanto para los griegos como para los judíos como para los latinos, el Verbo de Dios fue haciendo un camino de preparación para recibir un día el Evangelio. El Antiguo Testamento con la liberación de Egipto, la Alianza en el Sinaí, los profetas y los libros de la Sabiduría, ayudó a los judíos; la filosofía griega ayudó con sus grandes exponentes: Platón, Aristóteles, Heráclito, Parménides; lo mismo que Virgilio, Horacio y Cicerón lo hicieron para los romanos de cultura latina.

Es decir, que toda esta búsqueda de la verdad, de la justicia, del bien, de la belleza, fue predisponiendo a los espíritus de los pueblos para recibir un día un ‘bien más completo’: Cristo Jesús.

San Justino y san Ireneo de Lyon hablan de la función del ‘Logos’, del Verbo de Dios que fue sembrando (Logos spermatikós) las semillas de verdad, de bondad, de justicia, de belleza en la inteligencia y en el corazón de los pueblos. Y que un día este Logos entró en la historia humana y es el mismo Verbo encarnado, Jesucristo, salvador de la humanidad.

Estas categorías teológicas entraron en el pensamiento cristológico y tuvieron un largo desarrollo hasta llegar al Concilio Vaticano II, que las retoma y las propone para entender la relación de Cristo y de la Iglesia en su misión de evangelizar al mundo y a las diferentes culturas de los pueblos (cf. Lumen gentium, Gaudium et spes, Ad gentes). El Verbo de Dios siempre ha actuado en toda la historia de la humanidad y no sólo dentro del Judaísmo o del Cristianismo 

En otras palabra, es el pensamiento antropológico, filosófico y teológico de Teilhard du Chardin con su elaboración de la ‘cosmogénesis’, ‘antropogénesis’ y ‘cristogénesis’. Todo el proceso de la creación hasta desembocar un día en el Punto Omega, Cristo, como reza la carta a los Colosenses (cf. Col 1, 15-20) o Efesios: “por su bondad nos dio a conocer el misterio de su voluntad, que él se propuso en Cristo: llevar a cabo el proyecto salvador en la plenitud de los tiempos, recapitulando en Cristo todos los seres, los de los cielos y los de la tierra” (Ef 1,9-10).

Así, ahora pienso que con la sinodalidad de la Iglesia estamos ante una propuesta teológica y eclesiológica de gran alcance, diría que de siglos. Porque la sinodalidad de la Iglesia no la vamos a construir en decenas de años. Vamos a necesitar un largo aliento para hacer que todo el Pueblo de Dios haga un camino.

En el último milenio la jerarquía caminó por un lado y el resto del pueblo de Dios por otro. Hubo una fractura. La sinodalidad propone realmente algo nuevo: todos los bautizados y bautizadas, pueblo sacerdotal, asumir la misión de evangelizar como la propone san Pablo VI en Evangelii nuntiandi. Hacer que todas las realidades terrenas tengan sabor a Reino de Dios: el campo de la economía, de la justicia, de la cultura, de la familia, de las relaciones internacionales, de la juventud, del arte. 

Es decir, la sinodalidad como forma de ser de la Iglesia: caminar juntos, contemplar y escuchar juntos los clamores de la Madre Tierra y de la humanidad, discernir, interpretar  y juzgar juntos estos desafíos a la luz de la Palabra de Dios y de una oración y espiritualidad bíblicas profundas, para, entonces, decidir juntos el actuar según el desborde del Espíritu nos lo vaya pidiendo.

Estamos ante un gran desafío, ante una bella hora de gracia para toda la Iglesia. Ojalá seamos dignos constructores de este camino, que esperan de nosotros y nosotras tanto Dios como toda la humanidad y la hermana-Madre Tierra.

1 Wallerstein, Immanuel (2005). Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. México: Siglo XXI.

* Publicado en Amerindia el 10 de junio de 2023.

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