En espíritu de comunión, discernimiento y esperanza, culminó el III Seminario de Familias Carismáticas, realizado bajo el lema “Caminando hacia el encuentro de los carismas – ¡Una nueva relación!”. El encuentro, convocado por la Comisión de Familias Carismáticas de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosas/os), reunió a laicas, laicos y personas consagradas de toda América Latina y el Caribe en un verdadero ejercicio de sinodalidad.
Durante los días de encuentro, las y los participantes afirmaron que han vivido “una auténtica experiencia de sinodalidad”, entendida como “el modo de ser Iglesia hoy y para el futuro”. Este principio resonó a lo largo de todas las jornadas, con una fuerte convicción: las Familias Carismáticas tienen la misión de ser “semillas del Reino”, comunidades vivas que anuncian esperanza y que se atreven a transformar estructuras para dar espacio al vino nuevo del Espíritu.
El Seminario fue un espacio de escucha y discernimiento comunitario. Se compartieron experiencias, se soñó en conjunto y se avivó “la llama de un futuro eclesial que ya está en marcha”.
Por el fortalecimiento de una Iglesia Sinodal
Uno de los compromisos asumidos por las y los participantes fue “caminar en comunión, sabiendo que solo juntas/os –en corresponsabilidad, escucha y discernimiento– podremos responder a los desafíos de hoy”.
Citando al Papa Francisco, se recordó que “a vino nuevo, odres nuevos”, y que la novedad del Evangelio debe ser vivida como fiesta, alegría y libertad: “No hay que tener miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio, que es una ley de la fe”, se afirmó, haciendo eco del llamado del pontífice a dejar de lado estructuras anticuadas que ya no dan vida.
Laicos y religiosos, corresponsables de la misión
Uno de los ejes que destacó del encuentro fue el rol activo de las personas laicas dentro de las Familias Carismáticas. Se reconoció que muchos fundadores y fundadoras fueron laicos comprometidos, y que don los carismas no son propiedad exclusiva de las congregaciones, sino “del Espíritu para toda la Iglesia”.
En este sentido, se propuso construir “procesos de formación compartida que integren laicos y religiosos desde la riqueza del carisma común”, así como fomentar estructuras inclusivas, participativas y creativas que respondan a los signos de los tiempos. Y la corresponsabilidad en la toma de decisiones para avanzar hacia una Iglesia sinodal.
La mirada estuvo siempre orientada hacia adelante, hacia una Iglesia que se construye desde la comunión, la participación y la misión compartida: “La verdadera Familia Carismática no es una continuidad del pasado ni una solución funcional ante la falta de vocaciones”, se afirmó, “sino una comunión de comunidades unidas por un carisma común al servicio de una misión compartida”.
“¡Sigamos caminando! ¡El Espíritu nos precede!”
Con profunda gratitud, el mensaje final del Seminario expresa la certeza de que “este es solo el comienzo” y el deseo firme de seguir caminando juntas/os como “Iglesia en salida, Iglesia sinodal, Iglesia de puertas abiertas”.
“¡Sigamos caminando! ¡El Espíritu nos precede!”, concluye el mensaje, una consigna que no resume el espíritu del encuentro y se proyecta como horizonte y compromiso para todas las Familias Carismáticas de América Latina y el Caribe.
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