Francisco, el Papa de la sinodalidad

Francisco, el Papa de la sinodalidad
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Durante sus 12 años de pontificado el Papa Francisco impulsó reformas estructurales y promovió una visión de Iglesia centrada en la sinodalidad, entendida como comunión, participación y misión. Esta mirada fue una expresión de su convicción de que la sinodalidad es “el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.

Desde su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio adoptó un estilo de liderazgo caracterizado por la humildad y la cercanía. Optó por vivir en la residencia de Santa Marta en lugar del tradicional Palacio Apostólico y mostró determinación en la implementación de reformas significativas. Estas incluyeron medidas contra comunidades religiosas involucradas en abusos, la reestructuración de organismos vaticanos y la promoción de la transparencia financiera en el Vaticano.

Sin embargo, su legado más perdurable podría ser la revitalización del concepto de sinodalidad. Papa Francisco promovió este modelo de Iglesia y lo vivió activamente, convocando al Sínodo sobre la Sinodalidad en 2021, un proceso global de escucha y discernimiento que involucró a toda la Iglesia.

La sinodalidad como visión eclesial

Para Francisco, la sinodalidad no era una moda pasajera, sino una dimensión esencial de la Iglesia. En su discurso conmemorativo del 50 aniversario del Sínodo de los Obispos en 2015, afirmó que la sinodalidad ofrece “el marco interpretativo más adecuado para comprender el propio ministerio jerárquico”. Esta visión se reflejaba en su descripción de la Iglesia como una “pirámide invertida”, donde el Papa se sitúa en la base, sirviendo al Pueblo de Dios.

El Sínodo sobre la Sinodalidad, iniciado en 2021, fue un proceso de escucha y diálogo a nivel mundial. Francisco resaltó que este camino no se trata de aplicar directivas desde arriba, sino de un proceso de “recepción” adaptado a los contextos y culturas locales, armonizando su implementación en toda la Iglesia.

Esta mirada reflejaba su convicción de que la sinodalidad es una dimensión dinámica y esencial de la comunión eclesial, fundada en la comunión trinitaria y en el sensus fidei de todo el Pueblo de Dios. En esa clave, propició espacios de participación para todos los bautizados, sin exclusiones.

Escucha y el servicio

La biografía de Francisco revela una coherencia entre su vida y su visión sinodal. Como arzobispo de Buenos Aires, promovió una Iglesia cercana a los pobres y marginados, recorriendo personalmente las villas miseria y alentando una pastoral popular, inclusiva y dialogante. Su lema episcopal, Miserando atque eligendo, refleja su enfoque pastoral centrado en la misericordia y la elección divina.

Durante su pontificado, Francisco abogó por una Iglesia que escucha y aprende de todos, incluyendo a los laicos, mujeres, comunidades indígenas y personas en situación de pobreza o exclusión. Su exhortación apostólica Querida Amazonia (2020) es un ejemplo de su compromiso con la escucha, el respeto y el discernimiento conjunto de los desafíos sociales, pastorales y ambientales.

Además, su encíclica Laudato Si’ (2015) expuso su preocupación por el cuidado de la creación y su llamado a una conversión ecológica integral. Allí también se expresa la sinodalidad en la relación con la casa común, convocando a creyentes y no creyentes a un diálogo sincero y participativo para enfrentar la crisis ambiental.

El Sínodo sobre la Sinodalidad: “Una revolución interna”

El Sínodo sobre la Sinodalidad tiene un impacto significativo en la vida de la Iglesia. Promueve una mayor participación de los laicos, especialmente de las mujeres, en roles de liderazgo y toma de decisiones. También fomenta una cultura de diálogo y discernimiento comunitario, buscando una Iglesia más inclusiva, corresponsable y misionera.

Este proceso ha sido descrito por obispos, teólogos y laicos como una “revolución interna” que insta a los fieles a ser más auténticos, comprometidos y evangelizadores. La sinodalidad, en este contexto, es una forma de ser Iglesia que refleja la comunión y misión compartida de todos los bautizados.

Entre los frutos más visibles de este proceso están la reorganización de instancias de consulta y decisión eclesiales, la creación de nuevas formas de participación para las mujeres y los jóvenes, y el impulso a un discernimiento comunitario sobre temas pastorales, sociales y éticos complejos.

La sinodalidad más allá del pontificado de Francisco

El legado de Francisco en cuanto a la sinodalidad perdurará más allá de su pontificado. El Papa ha sentado las bases para una Iglesia que se define por la escucha, la participación y la corresponsabilidad. Su visión de una Iglesia sinodal es una exhortación a todos los fieles a caminar juntos, discerniendo la voluntad de Dios en comunidad, a partir de la pluralidad de voces y carismas.

En palabras del Papa Francisco: “La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Este camino, iniciado bajo su liderazgo, continuará guiando a la Iglesia hacia una mayor comunión, participación y misión, afrontando los desafíos contemporáneos desde una espiritualidad de la escucha y el diálogo.

El Papa Francisco deja a la Iglesia, esperanza y renovación. Su vida y su pontificado recordarán a la Iglesia que está llamada a ser una comunidad sinodal, en la que todos caminan juntos, guiados por el Espíritu Santo, construyendo una Iglesia más abierta, solidaria y fiel a su vocación de servicio.

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