Hna. Liliana Franco: “Estamos llamados a contribuir a la configuración de una Iglesia más sinodal”

Hna. Liliana Franco: “Estamos llamados a contribuir a la configuración de una Iglesia más sinodal”
Compartir...

En un contexto en el que se vive la Pascua del Papa Francisco y el horizonte de transición que se abre ante su partida, el Observatorio Latinoamericano de Sinodalidad conversó con la Hermana Liliana Franco Echeverri, odn, presidenta de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR). Su testimonio, arraigado en la espiritualidad latinoamericana y en la experiencia de una Iglesia en salida, ofrece claves de discernimiento, esperanza y compromiso ante los desafíos del presente.

A lo largo de esta entrevista, la Hermana Liliana compartió todo aquello que dejó el Papa Francisco y una lectura profética de lo que implica seguir caminando sinodalmente más allá de su figura.

Su reflexión es una invitación a la audacia evangélica, a la mística del “nosotros” y a una vida consagrada que, desde las periferias y con ternura y coraje, continúe siendo signo fecundo del Reino en medio de la historia. ¿Cómo interpretar este momento desde la fe? ¿Qué desafíos y oportunidades emergen para la vida religiosa en esta nueva etapa? ¿Qué nos dice hoy el Espíritu? Las respuestas de la Hermana Liliana son una brújula para continuar “caminando juntos”.

Sentir con la Iglesia

Pregunta: Hermana Liliana, con la partida del Papa Francisco, ¿qué sentimiento prevalece hoy en su corazón como consagrada y como parte del Pueblo de Dios en América Latina y el Caribe?

Respuesta: Estos días han sido una posibilidad de orar agradeciendo la vida del Papa Francisco.  A mí personalmente me marco la vida, su magisterio me condujo a “sentir con la Iglesia” de una manera nueva.  Pero, sobre todo, me devolvió la certeza de lo fundamental: poner la mirada en Jesús para aprender su modo y desear un corazón semejante al suyo.  Agradecimiento por el Papa que apasionado por el Reino, se situó sin dicotomía entre fe y vida.

Un legado fecundo

P.: ¿Cómo percibe usted el legado espiritual y eclesial del Papa Francisco para la vida consagrada y para los pueblos de nuestra región?

R.: Su legado es fecundo: Nos hereda la pasión por la “alegría del Evangelio”, la experiencia vital de que la Buena Noticia produce gozo y humaniza.  Nos pone de cara al amor que se traduce en gestos, en detalles, en opciones concretas.  Nos vuelca la mirada a Jesús y desde Él a un compromiso real con la construcción del Reino, con el desarrollo humano integral.

Su legado nos interpela en nuestras inercias, nos desacomoda y nos plantea necesarias preguntas en torno a la ecología integral, la amistad social, el compromiso con los más empobrecidos de la historia, la paz, el urgente profetismo social.

El Papa hizo suya la vivencia, la experiencia y la profundidad teológica de este territorio.  Su cristología con amplio matiz neumatológico, es también la nuestra, la que heredamos de quienes con sudor y sangre nos enseñaron que no hay auténtica pasión por Jesús, sin pasión por la humanidad y que es desde abajo, desde las periferias desde donde acontece el Reino.

“Somos los centinelas vigilantes”

P.: ¿Qué mensaje cree usted que deja Francisco a los consagrados y consagradas del mundo al final de su pontificado?

R.: El Papa era un “consagrado” y por eso sabía bien que nuestra vocación se configura en el trinomio mística, misión y profecía.  Por eso nos invitó siempre a la profundidad del encuentro con Jesús, a poner el corazón en Él, a no fragmentarnos en superficialidad y consumismo; a vivir desde la disponibilidad que nos ubica en salida, en estado permanente de misión.  

Nos propuso la osadía de situarnos siempre en el lugar de la escucha, único desde el cual, podremos sopesar, comprender y asumir los desafíos sociales, culturales, ecológicos que este momento histórico le plantea a la Iglesia y que supondrán desarrollar una actitud dialógica, apostar por nuevas relacionalidades y situarnos en camino, con otros desde la experiencia de que sólo el diálogo nos hace crecer.

Nos recordó que estamos llamados a contribuir a la configuración de una Iglesia más sinodal y que en ella, somos los centinelas vigilantes de las llamadas del Espíritu.

Una Iglesia sinodal donde el protagonista es el Espíritu

P.: Francisco impulsó una Iglesia sinodal, en salida, dialogante. ¿Cree usted que el proceso sinodal iniciado con tanta fuerza bajo su liderazgo podrá sostenerse más allá de su figura? 

R.: Claro que sí.  Si algo nos enseñó el Papa Francisco, es que el protagonista del proceso sinodal es el Espíritu.  Esto no tiene reversa, porque se trata simplemente de la identidad de la Iglesia. La Comisión teológica Pontificia, nos ha dicho que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia en el tercer milenio”.

La sinodalidad, tal y como la impulsó el Papa Francisco, nos lanza a trascender todo individualismo, nos sitúa en el lugar de lo común, favoreciendo la escucha y posibilitando la expresión de lo diverso.  El Espíritu de Dios sigue aconteciendo y hablando a la Iglesia y hoy, en esta pascua de Francisco, clama invitándonos a “caminar juntos”.  Este cambio de paradigma, este paso de una Iglesia clerical, a una Iglesia más sinodal, exigirá escucha y conversión, situarnos en plural y desarrollar la mística del nosotros.  No podemos perder la memoria.  Hay una pasión avivada que no podemos acallar.

Traspasar prejuicios

P.: ¿Qué desafíos y oportunidades vislumbra usted en esta nueva etapa sin Francisco al frente, para no perder el horizonte de una Iglesia sinodal? 

R.: Desafíos y oportunidades: Explicitar con nuestra vida, en condición de testigos la palabra que encarna los valores del Evangelio.  Trascender los textos y vivir la vida en clave de actitudes y opciones que den cuenta de nuestra adhesión a Jesús y a su proyecto: El Reino.

Generar dinámicas relacionales en las que las diferencias puedan convivir complementándose, integrándose, generando riqueza y posibilidad, comunión en miras al bien común.

Abrirnos a una dimensión más universal, que nos hace aptos para traspasar prejuicios, superar barreras históricas o culturales e intereses mezquinos.

Disponernos para la escucha que conduce a la conversión, reconocer que, discerniendo el querer de Dios, atentos a Jesús y haciendo lo que Él dice, lo mejor está por llegar.

Una Iglesia que fiel al legado de Jesús

P.: ¿Qué le diría hoy a quienes sienten temor o incertidumbre por la continuidad del camino sinodal sin el Papa Francisco?

R.: Yo creo en la “comunión de los santos”.  Es decir que siento fuerte y vivo el espíritu y el legado del Papa Francisco.  La verdad me parece que este no es momento para pesimismos y escepticismos y mucho menos para cábalas teñidas de fatalidad. La experiencia de que somos Pueblo de Dios debe llevarnos a seguir empeñados en consolidar una Iglesia que fiel al legado de Jesús, animada por los valores del Evangelio y atenta a los clamores de la realidad se renueva para vivir en autenticidad.

Les recordaría que el Papa, como Jesús, nos motivó a no tener miedo y a no permitir que nos roben la alegría y la esperanza.  Los animaría a no claudicar.

Nuevo Horizonte Inspirador de la Vida Religiosa del Continente

P.: ¿Qué papel cree usted que está llamada a jugar la vida consagrada en la construcción de una Iglesia sinodal, especialmente en este tiempo de transición eclesial? 

R.: Estamos a las puertas de iniciar la Asamblea Electiva de la CLAR, un momento precioso de encuentro y discernimiento, en el que se elegirá la nueva Presidencia de la CLAR, pero, sobre todo, se discernirá el nuevo Horizonte Inspirador de la Vida Religiosa del Continente, ese icono bíblico que será inspiración para responder con “ternura y coraje” a los desafíos sociales y eclesiales de este momento histórico.

Y hoy, más que nunca la Vida Religiosa esta llamada a reconocer que la realidad es compleja y nos exige ubicarnos en contexto desde una mirada creyente y esperanzada, leer los hechos desde una actitud crítica y un empeño constructivo, discernir el paso de Dios por la historia y escuchar su querer, volcarnos a las fronteras, situarnos en misión con actitud profética.

El Papa Francisco en el Documento final del Sínodo expresó: “La Vida Consagrada está llamada a interpelar a la Iglesia y a la sociedad con su voz profética… Hoy, muchas comunidades de Vida Consagrada son un laboratorio de interculturalidad que constituye una profecía para la Iglesia y el mundo”.  Esta es nuestra misión.   No hay otra.

La Vida Religiosa es signo de esperanza

P.: ¿Qué testamento espiritual deja él a las religiosas y religiosos del mundo?

R.: El Papa nos invitó a acoger la gracia de tener un carisma y de estar adheridos a un proyecto. Propuso que nos situáramos con la osadía de nuestros Fundadores, desde la parresia que da el Espíritu y dispuestos a hacer posible algo nuevo, distinto, vital. Nos animó a romper con tradiciones y esquemas anquilosados por el peso de la costumbre.  Nos propuso actualizar el compromiso, renovar las opciones, unirnos para que con la mirada puesta en Jesús y a la escucha de su Palabra, pudiéramos empeñarnos en romper la noche.

Esta historia, la nuestra, la de la Vida Religiosa del Continente está tejida de rostros.  Los rostros de tantos hombres y mujeres que a veces, incluso con cuotas de sudor y de sangre, de profetismo, de mística y de martirio le han dado expresión a una vida Religiosa, que, aunque a veces ha claudicado acorralada en el miedo, la parálisis o el escepticismo, no para de preguntarse, también en época de incertidumbre, por el más de la entrega, de la renovación que trae fecundidad.

La Vida Religiosa frágil, en las periferias, en las fronteras, en los contextos en los que se hace más árido el anuncio, será siempre signo de esperanza…Será profética y por lo tanto buena noticia para los excluidos de la historia.  Somos herederos de un patrimonio que constituye nuestro ser y del cual somos responsables. Tenemos que ser pioneros en una historia, la nuestra, que se estrena cada día y nos necesita centrados en lo fundamental, capaces de hacer camino con otros, en compañía; osados y creativos para las preguntas y las respuestas.

Estamos en estado de esperanza, porque nos habita el Dios de los pequeños, de los humildes… el Dios que le da a toda forma de vida, aires de fecundidad, de Resurrección.

Podría interesarte: El pensamiento de Francisco sobre la sinodalidad: una Iglesia que escucha, discierne y camina unida

Suscríbete a nuestro canal de Whatsapp: https://whatsapp.com/channel/0029VazM21X6WaKvBlZ91E47

Descarga el último cuaderno de estudio 007: Cuaderno de estudio 007


Compartir...

Enviar comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.