El legado sinodal de Francisco: una Iglesia viva y en camino

El legado sinodal de Francisco: una Iglesia viva y en camino
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A pocos días del fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido el lunes de Pascua a los 88 años, la Iglesia universal continúa reflexionando sobre el legado pastoral que deja su pontificado. Una de las huellas más significativas de su ministerio ha sido, sin duda, el impulso decidido hacia una Iglesia sinodal, dialogante y en camino.

Así lo destacó recientemente el cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo sobre la Sinodalidad, al compartir sus recuerdos personales y espirituales sobre el Papa Francisco.

Para Hollerich, el pontífice fue un hombre evangélico, cercano a Jesús, con una apertura incondicional hacia los demás y una bondad que dejaba huella.

El Papa siempre apoyó los pasos que dimos en el Sínodo”, recordó el cardenal, quien junto con el cardenal Mario Grech, solía visitar regularmente al Santo Padre para coordinar el proceso sinodal.

Consolidar lo ya caminado y seguir avanzando

Incluso en los momentos de mayor fragilidad, como durante su hospitalización en el Policlínico Gemelli, Francisco continuó alentando la marcha del camino sinodal, aprobando la realización de una nueva fase que desembocará en una asamblea eclesial prevista para 2028.

Este gesto, explicó Hollerich, debe entenderse como un testamento espiritual del Papa: un llamado a consolidar lo ya caminado y a seguir avanzando. “Nos dice que continuemos, para que la Iglesia sea una Iglesia viva, una Iglesia misionera en este tiempo de cambio”, subrayó.

El modo de ser Iglesia

La imagen de Francisco en sus últimos días evoca una coherencia profunda entre su vida y su mensaje: “Su sufrimiento me hizo pensar en Jesús”, comentó el prelado, recordando una visita reciente al Papa. El mismo día de su fallecimiento, mientras celebraba la Eucaristía en una cárcel de Luxemburgo, el cardenal sintió con fuerza la presencia de la Pascua en medio del dolor, una resonancia que se intensificó al conocer la noticia de su muerte poco después.

Francisco propuso un nuevo modo de ser Iglesia, que él mismo encarnó con su estilo cercano, su discernimiento constante y su llamado a caminar juntos. Como pastor universal, deja a la Iglesia una herencia viva que ahora sus sucesores están llamados a custodiar, alimentar y seguir desarrollando con fidelidad al Evangelio y apertura al Espíritu.

Este testimonio ha sido recogido por los medios vaticanos, que han ofrecido una mirada íntima y esperanzadora sobre el legado espiritual y pastoral de un pontífice que transformó con gestos concretos el modo de ser Iglesia en el siglo XXI.

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