El pasado 27 de enero de 2025, la hermana Liliana Franco Echeverri, presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), pronunció una conferencia titulada “Sinodalidad: La sinfonía que nos hace hermanos y peregrinos de la esperanza”.
Este evento tuvo lugar en el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) de Madrid, como parte de una jornada formativa que reunió a religiosos y religiosas de distintas congregaciones.
El evento también incluyó la presentación del libro “Cultivar el asombro” del cardenal Aquilino Bocos Merino.
La Sinodalidad es un compromiso comunitario
La hermana Franco definió la Sinodalidad como un “acto de resistencia de quienes creen en el poder de la vida y de lo comunitario”. Indicó que esta no es una propuesta nueva, sino una esencia inherente al ser Iglesia, e hizo énfasis en que el enfoque sinodal es un esfuerzo colectivo para construir un espacio eclesial inclusivo, donde prevalezcan los valores de fraternidad y sororidad.
Dado este contexto, resaltó la necesidad de soñar con una Iglesia entendida como Pueblo de Dios, donde se erradique el clericalismo y florezcan nuevas formas de relaciones comunitarias, y alentó a las congregaciones religiosas para liderar este proceso y fomentar espacios donde todas las voces puedan ser escuchadas.
En tal sentido, la presidenta de la CLAR señaló que la Sinodalidad supone una conversión continua, tanto personal como institucional. Reconoció los desafíos que esta visión plantea, especialmente en contextos donde aún persisten dinámicas autoritarias. Sin embargo, invitó a los presentes a asumir este reto con esperanza, proponiendo que la Sinodalidad puede ser el camino para superar fragmentaciones y divisiones dentro de la Iglesia.
“No puede haber progreso donde se tala el futuro”
Por otro lado, la hermana Franco afirmó que la Sinodalidad no se reduce a una estrategia administrativa o una moda pasajera, sino que constituye una forma de ser Iglesia en salida, dispuesta a escuchar y acompañar. Por ello, remarcó la necesidad de la escucha activa, un elemento esencial para construir procesos comunitarios auténticos y duraderos. Esta postura, afirmó, es especialmente relevante en América Latina, donde las comunidades eclesiales enfrentan desafíos complejos en los ámbitos social, político y económico.
“En este hoy corremos el riesgo de no ver lo humano, de ver solo sombras, las de un mundo cerrado del que nos habla el papa Francisco en Fratelli tutti. Por eso, en un mundo habitado por la crisis, nos hace bien, al ritmo del Espíritu, unirnos, para surcar juntos la noche e intentar ver más allá de los nichos de confort o los muros en los que se lamentan los escépticos y pesimistas”, dijo la hermana Franco.
La religiosa fue muy clara respecto la urgencia de un cambio: “No podemos seguir identificando progreso con desarrollo económico, no puede haber progreso donde se tala el futuro (…) Asistimos a una sociedad enferma, la Tierra y los más pobres claman, algo tiene que cambiar, sería necesario que surjan nuevos modos de relación, entre nosotros y la Tierra, tenemos que escuchar el grito de la realidad”.
Cultivar el asombro
El evento contó también con la participación del cardenal vallisoletano Aquilino Bocos Merino, quien presentó su libro Cultivar el asombro. Durante su intervención, el cardenal reflexionó sobre la necesidad de mantener una actitud de apertura y admiración ante la vida y la acción de Dios. Manifestó que el asombro es un motor fundamental para la renovación eclesial y personal, algo que conecta con la propuesta de la Sinodalidad defendida por la hermana Franco.
El cardenal dijo que su libro busca ser una guía espiritual para quienes buscan reencontrarse con la esencia del Evangelio. En consonancia con el mensaje de la hermana Franco, el cardenal Bocos Merino invitó a los presentes a no perder la capacidad de maravillarse ante las pequeñas cosas y a reconocer en ese asombro la presencia viva de Dios.
La conferencia y la presentación del libro dejaron el mensaje de una Iglesia que está llamada a una transformación en clave sinodal. Esta transformación implica una renovación estructural, un cambio de corazones y actitudes. La Sinodalidad, como señaló la hermana Liliana Franco, es una “sinfonía” que requiere el compromiso de todos para construir una comunidad más fraterna, inclusiva y esperanzadora.
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