La Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad está a punto de concluir las reflexiones sobre el tercer Módulo del Instrumentum Laboris, que habla de los lugares. En las últimas horas hubo dos temas destacados, según Sheila Pires, secretaria de la Comisión para la Comunicación: Cómo configurar la participación en clave misionera en un contexto de cambio de época ante los fenómenos de movilidad humana en la cultura del entorno digital, a qué estamos llamados y dispuestos a adoptar, cuáles son los obstáculos y qué promover. El segundo tema tuvo que ver con la sinodalidad como colegialidad y primacía, el papel de la Curia Romana a la luz del Praedicate Evangelium, el sínodo universal, las asambleas eclesiales y continentales, así como los sínodos y concilios particulares.
Temas destacados
Se habló de las dificultades y la tragedia de los emigrantes, de la creación de una Asamblea Eclesial Mediterránea, región en la que las Iglesias han creado estructuras de trabajo en red. Se abordó la cuestión de las nuevas propuestas para la atención a los jóvenes, así como la reconfiguración de las parroquias en redes de pequeñas comunidades como forma de agilizar la sinodalidad. El trabajo de la Red Talitha Kum con migrantes y víctimas de la trata, el acompañamiento no paternalista de personas con necesidades especiales, la necesidad de sacudir las conciencias de los católicos respecto a los pobres, la presencia de la Iglesia allí donde sopla el Espíritu, en las encrucijadas, lugares de sinodalidad y no encerrarse en lugares seguros.
Por su parte, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, destacó el servicio de la Vida Religiosa, la importancia de la relación entre sinodalidad y primado, con la aportación de las iglesias orientales, las aportaciones de los foros teológicos, el papel de las conferencias episcopales, ver cómo responder a los interrogantes desde la cultura y contexto. Junto con eso el valor de las iglesias locales, del papel de los obispos, la necesidad de no tener miedo de la sinodalidad, el estatus de las conferencias episcopales, la importancia de la escucha del Papa a los fieles y la centralidad de la Eucaristía, entre otras cuestiones. Finalmente, Ruffini recordó que este viernes tendrá lugar un encuentro de miembros de la Asamblea Sinodal con más de 150 jóvenes en la Sala Sinodal.
El Sínodo muestra la universalidad de la Iglesia
El proceso sinodal está siendo vivida por la hermana Samuela Maria Rígon como una experiencia de la universalidad de la Iglesia, lo que también experimenta en su congregación, una oportunidad para entrar en contacto con realidades de las que nadie habla, con vocaciones y roles diferentes, dada la diversidad de la Asamblea Sinodal, donde todos pueden hablar y que es muestra de abertura. La superiora general de las Hermanas de Nuestra Señora de los Dolores, frente a las polarizaciones propone habitar las polaridades, la diversidad.
En la Asamblea se da una centralidad de las relaciones, según la religiosa, por lo que ve necesario volver a la idea original de la Iglesia, teniendo en cuenta que Jesús trataba a los demás a través de las relaciones fraternas, algo que debe estar presente en las relaciones entre personas, culturas, iglesias. En el camino de renovación de la Iglesia, es necesario leer los acontecimientos a la luz del Espíritu Santo que sopla, y siguiendo el ejemplo de Jesús ir al encuentro de las personas allí donde viven y sufren.
El Sínodo en Asia
El cardenal Charles Bo explicitó la conexión entre el camino sinodal y su efecto en Asia. Desde ahí recordó lo que pidió a las iglesias de Asia en uno de sus viajes el Papa Francisco, invitando a mirar hacia adelante. En el proceso sinodal destacó la importancia de la conversación espiritual, de reconocer la importancia del bautismo y la participación de todos en la toma de decisiones, también de los jóvenes, para quienes llamó a tener en cuenta la importancia de la evangelización virtual.
El arzobispo de Rangún (Myanmar) reflexionó sobre el desafío de la cultura para la sinodalidad, y la necesidad de más recursos para promover la sinodalidad en Asia, donde las grandes distancias dificultan el caminar juntos. Igualmente se refirió al desafío de enfrentar el clericalismo desde la prestación de cuentas, todavía más cuando hay miembros del clero que se sienten amenazados por la sinodalidad. Del mismo modo, en medio de sociedades patriarcales, reflexionó sobre las dificultades para que las mujeres asuman roles de liderazgo. Se refirió igualmente a los seminarios, las conferencias episcopales, como instrumento para fomentar la colaboración entre las iglesias locales en vista del trabajo pastoral. “La Iglesia asiática, a pesar de los desafíos, quiere ser una Iglesia sinodal, que escucha a todos y acoge a todos”, finalizó.
Necesitamos escuchar
“Esta experiencia sinodal es muy importante porque necesitamos escuchar”, afirmó el cardenal Gérard Lacroix. En el proceso vivido desde 2021 toda la Iglesia se ha puesto a la escucha, de la Palabra de Dios, de los otros, según el arzobispo de Quebec (Canadá), que llamó a escuchar no solo dentro de la Iglesia, sino también a todos los hermanos y hermanas. “Nos estamos preparando para ser hombres y mujeres que escuchan a los demás, incluso a los que piensan diferente”, señaló. Una dinámica que ve como un testimonio para el mundo de que es posible escucharnos y hacer un buen discernimiento, ya que en el mundo actual no se escucha y se piensa en resolver los problemas con armas y bombas.
“Estamos en la asamblea para escuchar las diferentes realidades”, según el arzobispo, que lo ve como una experiencia estupenda, que ve el desafío de vivir esto en las iglesias locales para discernir las grandes cuestiones que afectan al mundo, los temas candentes que necesitan ser profundizados para ser creyentes creíbles. Se trata de hacer eso a través de la sinodalidad, sentarse juntos como comunidad de discípulos de Jesús para escuchar juntos lo que Dios nos dice. Lacroix considera que el gran don de este sínodo es la conversación en el espíritu, que nos une alrededor de las mesas, a la escucha de Dios y de los demás. Algo que ya está dando frutos, en el que “no buscamos resultados, buscamos la santidad, los frutos del reino de Dios”, resaltó. Para ello, “necesitamos seguir discerniendo y tratando estos temas, escuchar al Dios fiel que siempre está al lado del pueblo en camino”.
Tres conversiones sinodales
Mons. Pedro Cipollini hizo hincapié en la cuestión del cambio como tema transversal, insistiendo en que en el proceso sinodal algo debe cambiar. Cambios que en lenguaje bíblico se llaman conversión. Por eso subrayó que el Sínodo llama al cambio y a la conversión. El obispo de Santo André (Brasil) habló de tres conversiones: la pastoral, que tiene que ver con la forma de ejercer la misión, también en los medios de comunicación, ampliando los lugares de evangelización; la conversión estructural, más desafiante, con el Reino de Dios como horizonte; la conversión espiritual, a partir del encuentro con la persona de Jesús, que es la referencia, el punto de partida y de llegada, insistiendo en la importancia de la Palabra de Dios y del testimonio personal de vida. «Las palabras pueden convencer, pero es el testimonio el que arrastra», subrayó Mons. Pedro Cipollini.