Con motivo del webinar “Las llamadas sinodales de la Vida Religiosa”, organizado por la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR), su presidente, la Hna. Liliana Franco, compartió una exposición sobre las implicaciones del Sínodo 2021-2024 en la vida religiosa.
Desde una perspectiva esperanzadora y crítica, su intervención tocó los desafíos y avances que emergen del proceso sinodal, resaltando su resonancia en América Latina y el Caribe.
Esta reflexión es, a su vez, una invitación a seguir trabajando por una Iglesia que, desde su fragilidad y grandeza, se abre al mundo como testigo del amor de Dios y signo de esperanza en un tiempo de desafíos globales.
Un espíritu de esperanza
“Inclaudicables en la esperanza”, fue el titulo que propuso Liliana Franco a manera de compartir un espacio de esperanza, fruto de la Pascua y de la experiencia de tener fe en Dios que vence la muerte.
“Yo, en las Asambleas Sinodales y en el proceso sinodal, he estado situada desde mi condición de mujer, pero con una conciencia muy grande de que en mi voz iba también la voz de todas las mujeres de este continente, y de los religiosos y las religiosas de este continente, y eso me dio la convicción profunda del compromiso que tenía en ese espacio de construcción colectiva”, manifestó la religiosa.
Además, desde su experiencia expresó: “Yo lo viví como Pascua, así he vivido el Sínodo, maravillándome con la manera en cómo Dios se abre paso, cómo sabe surcar las resistencias, los miedos, la tendencia la polarización de nuestra Iglesia; maravillándome de esa pedagogía y de esa manera que Dios tiene para abrirse paso y salir adelante”.
La prolongación de las búsquedas
“También he constatado lo que somos como pueblo de Dios, nuestras fragilidades, nuestras maravillosas diferencias, el miedo que en ocasiones también le tenemos a la diferencia”, dijo de su experiencia en el Sínodo la presidente de la CLAR.
Afirmó que sintió una responsabilidad de pronunciar la voz desde el continente y que, aunque en ocasiones se podía experimentar las limitaciones, también permanecía la sensación de que la Iglesia de América Latina y el Caribe es una Iglesia en búsqueda, en discernimiento y por eso, “este proceso de la Asamblea Sinodal no se constituye en un paréntesis, sino que ha sido como la prolongación de las búsquedas y de las opciones de la Iglesia en América Latina y el Caribe”.
La religiosa dijo que este fue un camino del Sínodo de la Amazonía, de la Asamblea Eclesial de América, de la Conferencia Eclesial Amazónica, de toda esta experiencia que en el continente se va teniendo, “de querer ser Iglesia en red, y por eso, en el marco de este Sínodo, para mí fue especialmente significativo que celebramos la Pascua de Gustavo Gutiérrez, porque fue como validarme en esa experiencia de que se trata de una teología y una pastoral que libere, y que por eso, lo que tenemos que convertir son las relaciones”.
10 razones para la esperanza
Una Iglesia que quiere seguir mirando la realidad: La Hna. Franco dijo que el Sínodo se desarrolló en el contexto de la guerra, y que la esperanza está en que la Iglesia sigue siendo una Iglesia que discierne y se deja movilizar por la realidad. Respaldada por el Documento Final, citó: “Nuestra mirada al Señor no nos aparta de los dramas de la historia, sino que abre nuestros ojos para reconocer el sufrimiento que nos rodea”.
Una Iglesia que reconoce su pecado y experimenta la misericordia de Dios: Recordó momentos significativos, como la vigilia penitencial, donde la Iglesia reconoció sus pecados históricos y estructurales, particularmente contra las mujeres y las víctimas de abusos: “La misericordia de Dios Padre llena de ternura, y es esa experiencia la que nos permite también purificar nuestro corazón y continuar nuestro camino… La misericordia es un vertebrador de esa experiencia sinodal”.
Una Iglesia que se siente llamada a la reconciliación y a la reconstrucción de la confianza: “La reconciliación nos exige reconocer errores y reconstruir la confianza. Recorrer este camino es un acto de justicia y un compromiso misionero del Pueblo de Dios”, expresó la Hna. Liliana como otro signo de esperanza.
Iglesia llamada a una conversión relacional, inclusiva y con la opción por los pobres
Una Iglesia urgida de conversión relacional: “Capaz de profetizar críticamente frente al pensamiento dominante. Cuidar los vínculos con los otros y con el planeta. Capaz de escuchar a las víctimas y supervivientes de abusos sexuales, espirituales, económicos, de poder y de consciencia”. Llamó a una conversión relacional que supere las estructuras verticales y autoritarias, para dar paso a vínculos más solidarios y hospitalarios.
Una Iglesia inclusiva: “La Iglesia de todos, todos, todos…”. También celebró el llamado del Papa Francisco a una Iglesia inclusiva, donde todos tienen cabida, rompiendo con exclusiones y prejuicios.
Una Iglesia que se reafirma en la opción preferencial por los pobres: Otro aspecto destacado fue la reafirmación de la opción preferencial por los pobres, un principio esencial de la fe cristológica que, según la presidente de la CLAR, volvió a cobrar fuerza durante el Sínodo. “No se trata de un tema ideológico, es simplemente la consecuencia de creerle a Jesús”, explicó. Y por eso vuelve a resonar la llamada a ser “una Iglesia pobre con los pobres”.
Iniciación cristiana, renovación espiritual y reforma estructural
Una Iglesia que apuesta por la iniciación cristiana: “Itinerario que nos introduce en la fe pascual y en la comunión trinitaria y eclesial”, dijo la religiosa, una apuesta decidida por la iniciación cristiana como un itinerario que da la posibilidad de la experiencia de Dios “que nos convierte, que nos recrea, que nos configura en discípulos misioneros. Y yo creo que por ahí tenemos un compromiso grande los religiosos y las religiosas del continente”, sostuvo.
Una Iglesia abocada a un camino de renovación espiritual y de reforma estructural: la Hna. Liliana Franco resaltó la necesidad de una renovación espiritual que permita explicitar y celebrar la experiencia de Dios en comunión trinitaria. Esta renovación debe ir de la mano de una reforma estructural que fomente una mayor participación y misión en la Iglesia.
Sinodalidad en la familia, participación y ministerialidad
Una Iglesia que ve en las familias el lugar privilegiado para aprender y experimentar la Sinodalidad: “La familia humaniza a las personas, mediante la relación del nosotros, y al mismo tiempo, promueve las legítimas diferencias de cada uno”, subrayó la Hna. Franco, afirmando que “la diferencia es la posibilidad”.
Una Iglesia que recrea y ensancha las estructuras de participación y mantiene los necesarios discernimientos sobre lugares y ministerialidad: La sinodalidad nos invita a ser una Iglesia que aprende de la diversidad, que ensancha las estructuras de participación y que se deja transformar por el Espíritu, afirmó la Hna. Liliana.
Asimismo, subrayó que se debe mantener abiertos los discernimientos sobre la ministerialidad de las mujeres, reconociendo los avances alcanzados durante el proceso sinodal, y llamó a los religiosos y religiosas a continuar cultivando formas nuevas en el intercambio de dones, de carismas y de ministerios.
La Hna. Gloria Liliana Franco concluyó su intervención con un acto de fe en María, la Señora de la Esperanza, como signo de una Iglesia que, en la diversidad, construye comunión y participación.
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