La última semana de la Asamblea Sinodal empieza con un tiempo de oración y retiro. Tras la misa votiva al Espíritu Santo, los participantes de la asamblea, con la presencia del Papa Francisco, han escuchado las palabras del padre Radcliffe, que les hizo ver que “estamos a punto de embarcarnos en nuestra última tarea, considerar el documento final, enmendarlo y votarlo”.
Libertad de los hijos de Dios
Para llevarlo a cabo, ha pedido hacerlo, siguiendo lo que pide San Pablo, con libertad, pues “nuestra misión es predicar y encarnar esta libertad. La libertad es la doble hélice del ADN cristiano. En primer lugar, es la libertad de decir lo que creemos y de escuchar sin miedo lo que dicen los demás, en el respeto mutuo. Es la libertad de los hijos de Dios para hablar con valentía, con parrésia (por ejemplo, Hechos 4.29), como los discípulos declararon audazmente la buena nueva de la Resurrección en Jerusalén. Gracias a esta libertad, cada uno de nosotros puede decir ‘yo’. No tenemos derecho a callar”.
La raíz está en la libertad interior, haciendo ver que “podemos sentirnos decepcionados por las decisiones del Sínodo. Algunos las considerarán que son desacertadas o incluso erróneas. Pero tenemos la libertad de quienes creen que, ‘Dios hace todo para el bien de los que le aman’’, como dice Romanos. Ha llamado a la esperanza, pues “podemos estar tranquilos porque ‘nada puede separarnos del amor de Dios’, ni siquiera la incompetencia, ni siquiera los errores”. Una libertad que nos lleva a “pertenecer a la Iglesia y decir Nosotros”.
Dios opera en la libertad, afirmó el dominico, advirtiendo que “creer en el Espíritu Santo no nos excusa de utilizar nuestra mente en la búsqueda de la verdad”. El dominico recordó lo ocurrido con Yves Congar, silenciado por Roma por “decir la verdad”, por ser “un testigo auténtico y puro de lo que verdad”. En esa perspectiva recalcó que “no hay que tener miedo al desacuerdo, porque en él actúa el Espíritu Santo”. Pues la libertad es “pensar, hablar y escuchar sin miedo. Pero esto no es nada a menos que también la libertad de los que confían en que ‘Dios obra todo para el bien de los que aman a Dios’”.
La providencia de Dios está actuando
Para Radcliffe, “la providencia de Dios actúa suave y silenciosamente, incluso cuando las cosas parecen ir mal”, pues está “entretejida en la historia de nuestra salvación desde el principio”. Ante ello advirtió que “aunque el resultado del Sínodo les decepcione, la providencia de Dios está actuando en esta Asamblea, llevándonos al Reino por caminos que sólo Dios conoce. Su voluntad para nuestro bien no puede frustrarse”. De hecho, “este es sólo un sínodo. Habrá otros. Nosotros no tenemos que hacerlo todo, sólo intentar dar el siguiente paso”. Una afirmación fundamental para entender que formamos parte de un proceso, que nada empezó con nosotros y, si es de Dios, nada acabará.
“Si sólo tenemos la libertad de argumentar nuestras posiciones, nos veremos tentados por la arrogancia de aquellos que, en palabras de De Lubac, se ven a sí mismos como ‘la norma encarnada de la ortodoxia’. Acabaremos tocando los tambores de la ideología, ya sea de izquierdas o de derechas. Si sólo tenemos la libertad de los que confían en la providencia de Dios, pero no nos atrevemos a entrar en el debate con nuestras propias convicciones, seremos irresponsables y nunca maduraremos”, advirtió el dominico, unas palabras fundamentales para entender la sinodalidad. Eso porque “la libertad de Dios actúa en el núcleo de nuestra libertad, brotando en nuestro interior. Cuanto más es de Dios, tanto más es nuestra libertad”.