Autor: Francisco Aquino Júnior
El proceso sinodal en curso ha provocado y favorecido la reflexión sobre el dinamismo misionero-sinodal de la Iglesia y la búsqueda de caminos y mediaciones teóricas y prácticas que posibiliten y promuevan este dinamismo eclesial. No se trata de algo simple y fácil que pueda lograrse de la noche a la mañana o por decreto. La conversión misionera de la Iglesia choca con la autorreferencialidad eclesial, que subordina la misión salvífica a los intereses institucionales/clericales. Y la conversión sinodal choca con el clericalismo institucionalizado en las relaciones, doctrinas, ritos, etc. No hay que subestimar la fuerza del clericalismo autorreferencial, ni simplificar los retos y dificultades de una renovación misionera-sinodal de la Iglesia.
El Sínodo de los Obispos —escucha, asambleas sinodales, informes, documento postsinodal— desempeña un papel importante en este proceso de renovación eclesial, pero no debemos crear falsas expectativas, como si pudiera resolver todos los problemas de la Iglesia.
Tiene el mérito de provocar la reflexión y desencadenar procesos de discernimiento que lleven a decisiones que favorezcan y promuevan un dinamismo eclesial de comunión efectiva, participación y corresponsabilidad misionera. Pero su eficacia dependerá de su efectiva “recepción” en los más diversos ámbitos de la vida de la Iglesia. Cuando hablamos de “acogida”, nos referimos al proceso de ser acogido efectivamente en la vida de la Iglesia. Se trata de un proceso, pero un proceso eficaz, activo, dinámico, que implica discernimiento, audacia y determinación. Sin esto, la sinodalidad no es más que el tema de un sínodo, una moda lingüística o una conveniencia (para no oponerse abiertamente al Papa), pero sin ninguna implicación concreta en la vida de la Iglesia. Es el riesgo de vaciamiento y banalización de la sinodalidad en nuestras diócesis, parroquias y comunidades…
Esta recopilación de textos, escritos y publicados en diferentes revistas, en el contexto y en función del proceso sinodal en curso, pretende fortalecer el proceso de renovación misionero-sinodal de la Iglesia, desencadenado por Francisco, con vistas a una mayor fidelidad a su naturaleza y misión. Es expresión del carácter eclesial de la teología, en el doble sentido de inteligencia de la fe de la Iglesia y de servicio a la fe de la Iglesia, a la vez que constituye un aporte teológico a este proceso de renovación eclesial.
[Tomado de la introducción del libro]