
Moema Miranda

Roberto Malvezzi
En este texto queremos reflexionar, intentar comprender y sugerir alternativas a lo que nos parece una ausencia relevante. De forma clara y comprometida debemos reconocer que en algunos de los principales documentos sinodales ha estado ausente el mundo. ¡Sí! El mundo en el que somos Iglesia. Todo sucede como si habitáramos un tiempo-espacio histórico indeterminado e indiferenciado. Y la ausencia no es solo de una referencia sustantiva a las llamadas “cuestiones ambientales”.
Queremos enmarcar el debate en términos más profundos: estamos experimentando efectivamente la posibilidad de que los seres humanos podamos destruir las condiciones de habitabilidad para la vida en el planeta Tierra. No se trata de alarmismo, pesimismo ni catastrofismo. Esto no es una idea, una opción de interpretación o hermenéutica. Es la expresión indiscutible de la realidad del planeta.
La realidad del mundo de hoy —las amenazas reales de destrucción— no puede estar ausente del proceso sinodal que recoge ideas para una eclesiología contemporánea. La ausencia del mundo en los documentos hace aún más urgente que en las próximas etapas el grito de la Tierra sea escuchado seriamente, en Espíritu y verdad: cualquier soteriología hoy supone tener como misión eclesial salvar la Tierra de la destrucción antrópica.