Mauricio López, miembro del equipo metodológico y coordinador del grupo de facilitadores del Sínodo, vicepresidente de la Ceama y coordinador del Programa Universitario Panamazónico (PUAM), analizó el camino transitado desde la realización de la Asamblea Eclesial hasta el Sínodo de la Sinodalidad.
Esta reflexión se da en el contexto de la presentación del Documento Final del Sínodo y la celebración de 3 años de a Asamblea Eclesial, en un encuentro virtual motivado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas/os (CLAR) y Cáritas ALC.
Partiendo de una frase del filósofo existencial Soren Kierkegaard, que sostiene que “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás”, López dijo que también nos dice que “la vida solo puede ser vivida mirando hacia adelante”, y que el Sínodo de la Sinodalidad es un proceso continuo, más allá de una fase, e invita a América Latina a proyectarse hacia adelante con una memoria agradecida y una visión esperanzadora.
De la Asamblea Eclesial al Sínodo de la Sinodalidad
Mauricio López resaltó la conexión entre la primera Asamblea Eclesial y el Sínodo de la Sinodalidad. Ambos procesos, aunque diferentes en su enfoque y en las etapas que han transitado, comparten una intención común: avanzar hacia una Iglesia más inclusiva, participativa y misionera: “Yo creo que en América Latina hemos tenido un aprendizaje muy significativo, con sencillez, con humildad, y hay que reconocerlo así”.
Recordó que el Papa Francisco, en el lanzamiento de la primera Asamblea Eclesial que se realizó en su fase presencial en noviembre de 2021, decía que “se trata de un momento de escucha, de diálogo y de encuentro, buscando la voluntad de Dios”, invitando incluso a ampliar la perspectiva y la participación a todo el Pueblo de Dios: laicas, laicos, consagradas, consagrados, sacerdotes, obispos, “todos juntos como pueblo de Dios”.
López resaltó la invitación a rezar, a dialogar, a pensar, a discutir y discernir, sobre todo buscando la voluntad de Dios, y con una también premisa muy importante: “sin excluir a nadie”.
Pueblo de Dios
En una evaluación a la luz de la experiencia de la Asamblea Eclesial, López resaltó “la noción de Pueblo de Dios como algo que se da con todos sin exclusión” y con el elemento de la oración. Se refirió al alcance de 70.000 personas de manera directa y muchas más de manera indirecta, “de llegar a esas periferias, a los improbables”. Mauricio López considera que cuando se evalúa y se reflexiona sobre el proceso de la Sinodalidad, “hay una deuda todavía presente del alcance a esas periferias existenciales geográficas y materiales”.
Además de que la Asamblea Eclesial tuviera una amplia representación de todo el Pueblo de Dios, se señala un elemento fuerte, como es la escucha, que también se debió al Sínodo sobre la Amazonía, donde también se ve que el tema esencial es el futuro de la Iglesia.
Comunión, participación y misión
El Sínodo, en su perspectiva de comunión, participación y misión, ha reforzado los 12 desafíos identificados en la Asamblea Eclesial. En el ámbito de la comunión, se reconoce la dignidad de todas las personas, la inclusión radical, la espiritualidad sinodal, y la superación del clericalismo.
Asimismo, en el segundo dinamismo, el de la participación, acentúa que la Asamblea y el Sínodo coinciden en la necesidad de ampliar la participación de mujeres y jóvenes, sectores vulnerables y las periferias existenciales. Estos espacios han buscado transformar la Iglesia desde dentro, superando tensiones ideológicas y promoviendo estructuras más horizontales y discernimiento comunitario.
Finalmente, el tercer elemento, es la misión, donde la Asamblea Eclesial expone 6 desafíos y donde se entra en “Clave de misión”, buscando renovar el compromiso con los pobres y los excluidos. Y el Sínodo la proyecta como un testimonio samaritano, donde la misión debe priorizar a quienes están en las periferias, también, el cuidado de la Casa Común, el diálogo interreligioso e intercultural, misión sinodal en salida para recuperar las periferias, la formación en clave sinodal y reafirmar el testimonio profético. Ambos procesos destacan la coherencia entre el Evangelio y las prácticas eclesiales como signo de credibilidad.
Tres horizontes para la Iglesia en América Latina
López señaló como primer horizonte “la conversión integral de la Iglesia, llamada a transformarse desde dentro superando las tensiones ideológicas, el clericalismo y abriéndose a la novedad del espíritu”.
El segundo horizonte es “Iglesia, casa abierta y samaritana, inspirada por el Sínodo y la Asamblea debe ser espacio de acogida, especialmente para los excluidos y vulnerables”.
Y el tercero, “una esperanza en acción”, en un mundo profundamente marcado por fracturas, el camino sinodal de la Iglesia, pero también para la sociedad desde América Latina y del mundo, es y debe ser un testimonio de que la unidad en la diversidad es posible”.
Desafíos pendientes
Mauricio López también reconoce los desafíos pendientes, como la conversión personal y la incorporación plena de la sinodalidad en las estructuras operativas y de decisiones. En este sentido, la formación en clave sinodal y el testimonio profético continúan siendo retos centrales, necesarios para una Iglesia auténticamente inclusiva y profética.
“La Iglesia debe ser esa puerta abierta, activa, y que va tejiendo posibilidades. Creo honestamente que el camino de la Asamblea Eclesial tiene mucho para dar, y en diálogo con el Sínodo de la Sinodalidad, que ofrece un dinamismo en estos 12 desafíos, encontrará múltiples procesos sobre los que todavía tenemos mucho que trabajar”, concluyó en su reflexión Mauricio López.
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