En el día de San Francisco, uno de los grandes santos de la historia de la Iglesia, eso sin olvidarse del primer Papa que eligió ese nombre y al que los participantes de la Asamblea Sinodal felicitaron al finalizar la oración de la mañana con motivo de su onomástica, algunos miembros del Sínodo se hicieron presentes en la Sala Stampa para dar a conocer como discurre la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, algo que será costumbre en las próximas semanas.
Este 4 de octubre, además del prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, la vicedirectora de la Sala Stampa, Cristiane Murray y Sheila Pires, secretaria de la Comisión de Comunicación de la Asamblea Sinodal, se hicieron presentes Mons. Antony Randazzo, obispo de Broken Bay, (Australia), la Hna. Xiskya Valladares, gran referente de la misión en el mundo digital, el arzobispo de Rabat, Cardenal Cristóbal López Romero, y el obispo de Nanterre, Mons. Matthieu Rougé.
La segunda congregación general
La segunda congregación general de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal fue momento de intervenciones individuales, concretamente 36 personas intervinieron, como informó Paolo Ruffini, siendo tratados dos temas: cómo la sinodalidad plasma la vida de la Iglesia, ministerios y carismas, y cómo podemos desarrollar la espiritualidad de la sinodalidad, escucha, discernimiento, respeto. Según el prefecto del dicasterio, la Asamblea destacó la importancia de los laicos, “todos entramos en la Iglesia como laicos”, hasta el punto de que de los laicos dependerá la Iglesia del futuro, lo que no disminuye la importancia del sacerdocio.
Igualmente, Ruffini apuntó que fue abordado el tema de las mujeres en la Iglesia, afirmando que “hay mujeres que sienten la llamada de Dios y piden ser ordenadas”, siendo mostrado el ejemplo de mujeres que cuidan de comunidades, siendo pedido que sean incluidas mujeres en el grupo de estudio número 5, sobre ministerios y carismas. Fue resaltada la importancia de la escucha activa, del diálogo, del respeto al otro, de acercarse a quienes se sienten excluidos de la Iglesia, el clericalismo, la liturgia como expresión de sinodalidad, no es el sacerdote el único que celebra.
Los temas abordados
La asamblea discutió sobre el concepto de sinodalidad, señaló Sheila Pires, “no como técnica, sino como estilo que exige escucha y conversión”, siendo abordada la relación entre la sinodalidad y el bautismo; la necesidad de la Iglesia ser familia para los que no tienen familia; la Iglesia Cuerpo de Cristo que reúne ministerios y carismas que forman un solo cuerpo; el papel de la mujer y de los laicos en la Iglesia; la pluralidad como término adecuado para acercarse al Misterio y su unidad.
La secretaria de la Comisión de Comunicación citó la necesidad de superar los enfrentamientos ideológicos y la lógica del nosotros y ellos; la corresponsabilidad y dignidad de todos los bautizados en los procesos de decisión; la relación hombre y mujer y los miedos y temores que se esconden detrás, que han llevado a actitudes de ignorancia y desprecio hacia las mujeres; la poca mención de los laicos y de la familia como Iglesia doméstica en el Instrumento de trabajo; profundizar en la relación de las iglesias locales y las culturas; un lenguaje sencillo que exprese reciprocidad y pueda calentar los corazones; asumir que la vida es más importante que la teoría y la importancia de los pobres.
Sacar la sinodalidad del aula
Los miembros de la Asamblea Sinodal iniciaron su intervención con las palabras del arzobispo de Rabat, cardenal Cristóbal López Romero, que dijo que “quisiera sacar la sinodalidad del aula, donde se habla de ella, se reflexiona, se reza, para llevarla a la vida cotidiana, a los distintos lugares, y mostrar que no se trata de un tema de estudio, sino de una realidad que está ya, al menos germinalmente, en acto”. En su intervención contó algunas experiencias de sinodalidad en el África anglófona y en la archidiócesis de Rabat, contando algunos detalles de eso.
La sinodalidad una experiencia que une
Por su parte, el obispo de Nanterre señaló que la sinodalidad es algo que se sigue pidiendo en la diócesis francesa. Sobre la experiencia de esta segunda sesión, destacó la importancia del reencuentro, algo a lo que ayudó la acogida y la experiencia espiritual vivida un año atrás en la primera sesión. Sobre los días de retiro previo, destacó la meditación del padre Radcliffe sobre la pesca milagrosa, donde “se experimenta lo que une”. Igualmente, recordando las palabras del Papa Francisco, que el Sínodo no es un p parlamento y que lo más importante es la actitud espiritual.
Mons. Rougé insistió en que la reflexión sobre la sinodalidad tiene que partir del sacerdocio bautismal del Concilio Vaticano II, el Vaticano II es la base del trabajo sinodal, definiendo la sinodalidad como unidad de todos los cristianos, caminar juntos, una dinámica en la que se está avanzando.
La ecología y su relación con las personas
Mons. Randazzo destacó la importancia del reciente viaje apostólico del Papa Francisco a Asia y Oceanía, una zona frágil a nivel ecológico, una reflexión importante en el día de San Francisco, que llama al cuidado de la Creación, algo cada vez más preocupante en Oceanía, que provoca flujos migratorios por causas ecológicas. En ese sentido llamó a no olvidarse de las personas al hablar de ecología. Igualmente se refirió a la sinodalidad como algo natural en muchas comunidades de Oceanía, en las que se habla y se escucha con respeto.
La misión en el mundo digital
Xiskya Valladares, a la que presentaron como “la monja tuitera”, se definió a sí misma como religiosa y misionera digital. A partir de la pregunta que marca esta Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?, resaltó que nuestro mundo ha cambiado y que ante el cambio tecnológico y la Inteligencia Artificial, la Iglesia no puede quedarse atrás. Ante el llamado de Francisco de ir a todos, todos, todos, Xiskya destacó que el 65% de la población mundial está en los ambientes digitales, donde también está la sinodalidad, destacando los misioneros digitales como un nuevo carisma. En ese ambiente digital, la Iglesia es desafiada a acompañar, a escuchar, a “llegar a todas las personas heridas en el camino de la vida y que hoy se expresan en las calles digitales”.