Entrevista con Rosa Ramos: ¿Cómo se puede vivir la sinodalidad en este tiempo de Cuaresma?

Entrevista con Rosa Ramos: ¿Cómo se puede vivir la sinodalidad en este tiempo de Cuaresma?
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La Cuaresma es un tiempo de conversión, reflexión y preparación para la Pascua, pero ¿cómo podemos vivirla en el contexto actual, marcado por la secularización, la crisis social y el desafío de construir una Iglesia sinodal? Para profundizar en estas cuestiones, conversamos con Rosa Ramos, laica uruguaya, profesora de Filosofía y Maestra en Ciencias Religiosas, miembro de Amerindia y del Eje Mujeres del Celam.

Es autora de los libros: ¿Espiritualidad uruguaya? Una mirada posconciliar (2013). Espiritualidad nazarena. Una mirada laical (2015), Historias mínimas. Rendijas al misterio humano, publicado en 2019 en Uruguay y en 2020 en España (edición ampliada). ¿Tiene sentido la aventura humana? Reflexiones para cristianos, 2022, en coautoría con Armando Raffo, SJ (las últimas obras están disponibles también en versión digital).

Con una vasta trayectoria en la docencia, la espiritualidad y la escritura, Rosa nos invita a redescubrir el sentido de la Cuaresma como un camino de fe, justicia y fraternidad, en sintonía con los signos de los tiempos. En esta entrevista, se plantea cómo resignificar las prácticas cuaresmales, vivir la sinodalidad en el día a día y alimentar la esperanza cristiana en medio de la incertidumbre.

Sentido de la Cuaresma

Pregunta: ¿Tiene sentido en este tiempo histórico y en esta cultura la propuesta litúrgica de Cuaresma?

Respuesta: Me he preguntado esto desde hace varios años y cada vez vuelvo a preguntarme. Es una práctica que viene del siglo IV y que se reguló en el VI para prever cuarenta días de ayuno y penitencia previos a la Pascua. Por supuesto ha sido una práctica extendida por todo el mundo católico y con especial énfasis penitencial en la Edad Media, después de los excesos del carnaval, pero que se ha mantenido hasta nuestros días, aunque con menos rigor en las últimas décadas, procurando adaptar a las culturas y sensibilidad, etc.

Ya no estamos en Cristiandad, sino en una sociedad secularizada y donde lo cristiano es objeto al menos de desconfianza, la pregunta por el sentido va de la mano de otra: ¿qué dicen nuestras celebraciones, nuestros gestos a la sociedad actual? Por otra parte, aún más preocupante que la secularización es, a mi juicio, el atrincheramiento y el crecimiento de movimientos ultraconservadores entre los pocos católicos prácticos. Por tanto, se nos exige una revisión y resignificación de la Cuaresma, de lo contrario será irrelevante o anacrónica, cuando no chocante para nuestros contemporáneos.

No obstante, como seguidores de Jesús y precisamente para volver a poner nuestros pies en su huella y nuestra mirada en la suya, vale vivir con profundidad y regalarnos este tiempo de preparación para la Pascua.

Rosa Ramos

Dejarnos convertir por Cristo

P.: ¿Cómo se puede vivir la Cuaresma como una peregrinación en la que avanzamos en la fe y la conversión?

R.: Siguiendo con lo previamente dicho, considero que como cristianos siempre estamos llamados a conversión de vida, a ser más auténticos, a discernir nuestras grandes opciones y nuestras prácticas cotidianas. A nivel personal y como humanidad, somos todos peregrinos, estamos en evolución, en camino de humanización (aunque a veces retrocedamos), somos frágiles y nuestra vida es precaria, más allá de soberbias.

La Cuaresma es invitación y oportunidad para hacernos más conscientes de ese rasgo de caminantes, de precariedad, de fragilidad que compartimos con todos, pero también presente en la vocación y misión de seguidores del Maestro y Profeta Jesús de Nazaret. Vivir la Cuaresma es llamado adejarnos convertir por Cristo”, como dice San Pablo, a volver a la Fuente que es su vida, gestos y palabras de vida abundante. Es un buen tiempo para ahondar en su vida que es su mensaje, que es Palabra de Dios.

Asimismo, es tiempo para purificar nuestras imágenes de Dios, a veces tan distantes de la revelación de Jesús. Tiempo de peregrinación al interior para tomar contacto con nuestra realidad y reorientarnos; tiempo de peregrinación con otros, para hacer un diagnóstico comunitario, un “mea culpa” en particular por las omisiones en este mundo tan complejo y desafiante, y volver a empezar, volver a ponernos en camino tras las huellas de Jesús que reveló el sueño primigenio de fraternidad desde la creación.

Vivir la Sinodalidad en Cuaresma

P.: ¿Cómo se puede vivir la sinodalidad en este tiempo de Cuaresma? ¿En qué aspectos se necesita una conversión para vivir más plenamente el llamado a caminar juntos como Iglesia?

R.: Tal como lo dice el término: caminando junto con otros. Este día en que respondo es 8 de marzo, día Internacional de la Mujer (o de la pluralidad de mujeres), en este día miles y miles, en distintos países y ciudades, caminamos juntas. Las reivindicaciones son diferentes, los grupos convocantes tienen distintas visiones, pero elegimos caminar juntas llevando nuestras historias y heridas, luchas y esperanzas. Caminando juntas, especialmente con las mujeres más vulneradas, exigimos redención, liberación, igualdad de oportunidades. Juntas, sororalmente, alimentamos la esperanza de una sociedad donde reine la justicia.

En Montevideo desde hace muchos años, antes de la Marcha, diversas confesiones cristianas nos reunimos para tener un tiempo de oración ecuménica, creo que eso es un signo importante. Participamos mujeres de fe, aunque nuestras confesiones y prácticas religiosas sean diferentes, en este día rezamos y luego caminamos juntas cantando, gritando o en silencio; nos sentimos parte de una Iglesia sin fronteras.

No es la única ocasión, también nos reunimos, hacemos oración y partimos juntos el 20 de mayo, recordando a nuestros “desaparecidos”, pidiendo verdad, justicia y “Nunca más”.

En ambas instancias nos acompañan también varones, laicos, sacerdotes, pastores, caminamos junto a miles que no profesan ninguna religión e incluso con muchos que aún creen que la religión es el opio de los pueblos. Lo importante es caminar juntos y sentir que somos Iglesia peregrina, no fuera, sino parte del pueblo, compartiendo sus angustias, gozos y esperanzas, como invitaba el Concilio Vaticano II hace ya muchas décadas.

Esto es sinodalidad; en especial en un país laico como el nuestro, creemos que es importante la participación de las Iglesias, siendo el nuestro un número irrelevante, lo valoramos mucho y concretamente en este 8 M nos ayuda a vivir la conversión cuaresmal.

Tiempo de esperanza

P.: ¿Qué relación tiene este tiempo con la esperanza cristiana de manera concreta, y el compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la Casa Común?

R.: Creo que es ilustrativo lo comentado antes con ejemplos concretos. La esperanza cristiana no es puramente escatológica o para el más allá, es una esperanza que moviliza la acción en el presente, que le da pasión al compromiso humano personal y colectivo (es muy pertinente el libro “El espíritu de la esperanza” de Byung-Chul Han). Sin esperanza no hay acción, no hay esfuerzo ni sacrificio, eso ya lo decía hace décadas Hans Jonas con relación a preservar la vida en el planeta, que en cristiano llamamos hoy el cuidado de la casa común.

En nuestra sociedad contemporánea los cristianos estamos llamados “volver a las fuentes” y a resignificar –volver a dar sentido y actualizar– las prácticas tradicionales a las que se nos invitaba en Cuaresma: “ayuno, oración y limosna”. ¿Qué ayuno es agradable a Dios? Los profetas lo expresaban claramente y el propio Jesús hace referencia a ello. ¿De qué ayunar hoy? No se trata de qué alimento evitar… ¿Cómo rezar y cuál es la oración agradable a Dios? ¿Qué nos pide nuestra fe, “dar limosna” de aquello lo que nos sobra, de lo superfluo o compartir la vida y los bienes con nuestros hermanos, todos hijos de un mismo Padre?

Ya en la pregunta lo enuncias, se trata de comprometernos con la justicia, en todo caso “devolverle al pobre” lo que como sociedad le hemos quitado o impedido desarrollar: bienes y derechos básicos como vida, salud, educación, trabajo, tierra, techo, la movilidad humana, no discriminación, inclusión e integración plena…

Reconocer la dignidad de todos

En una sociedad sacudida por las violencias –y amenazas de más violencia– que generan todo tipo de miedos y parálisis, acoger fraternalmente, hacer espacio a otros, reconocer la dignidad de todos, es imprescindible para la paz que tanto anhelamos o decimos anhelar. Recordemos que “la paz es hija de la justicia”.

A su vez, la Casa Común expoliada exige renuncias, autoimponerse límites a las supuestas libertades absolutizadas (individuales y de mercado), porque el planeta no resiste el consumo y la ambición que han llegado al paroxismo.

Cuaresma es oportunidad de repensar, de mirarnos al espejo no solo personalmente, sino como colectivos y como sociedad humana en crisis. Cuaresma es un Kairos para confrontarnos con las tentaciones de huida de la realidad, de indiferencia, de egoísmos encubiertos…

La fe es inseparable de la esperanza

P.: ¿Cómo transmitir esperanza a los demás en un mundo marcado por la incertidumbre y la división? ¿Cómo podemos hacer que nadie se sienta excluido en el entorno en el que nos encontremos?

R.: Tenemos una bibliografía muy amplia acerca de la esperanza, desde pensadores cristianos a no creyentes. Sin duda todos esos autores son creyentes en la libertad humana y la capacidad que tenemos de humanizarnos mutuamente. Los cristianos no tenemos el monopolio de nada, tampoco de la esperanza, pero tenemos la fe que es inseparable de la esperanza y “la esperanza no defrauda”, porque sabemos de quien nos hemos fiado: en el Dios que es fiel, que no ceja en su sueño para la humanidad toda.

Nos toca ser mujeres y varones de esperanza que la comparten y la alientan en otros, no con proclamas sino con la vida misma. Hace siglos lo decía San Francisco y hoy en las sociedades descristianizadas es mucho más vigente: los cristianos somos el único Evangelio que leerán la inmensa mayoría de las personas. De ahí la responsabilidad de ser portadores de esperanza.

La fidelidad de Dios en la que creemos, la Presencia incondicional del Espíritu que vivifica, ha de ser vista en nuestro modo de vivir y reinventarnos; nuestros rostros, nuestros gestos, nuestro modo de volver a levantarnos tras los fracasos, nuestra porfiada solidaridad, serán esa Buena Noticia que a todos y especialmente a los más vulnerados, anime a seguir apostando a la vida, porque la vida vale.

Servir a Dios en los hermanos más pequeños

P.: Algunos gestos de acogida y fraternidad que pueda sugerir practicar durante esta Cuaresma

R.: Como humanidad estamos en un tiempo muy álgido y se requiere verdadera conversión, lo ha planteado el Papa Francisco, en especial en Laudato Si y Fratelli tutti; urge la solidaridad organizada, defensa de la justicia, cambios sustanciales para que sea viable la vida digna de todos en este planeta.

A nivel personal, también Francisco ha refrescado el Evangelio reiterando una y otra vez, no solo en las sucesivas Cuaresmas y grandes documentos, sino en todas sus homilías, que el cristiano debe estar atento a la cotidianidad a sus actitudes y a los pequeños servicios que puede brindar cada día empezando por la familia y los más cercanos.

Tenemos la oportunidad diaria de servir a Dios en nuestros hermanos. Nos interpela el archiconocido texto de Mateo 25: lo que hagamos o no hagamos por nuestros hermanos más pequeños y sufrientes, lo hacemos o no lo hacemos por Dios mismo presente en ellos.

P.: Un mensaje por este tiempo.

R.: Muy simple: con humildad, ¡dejémonos reconciliar con Dios!

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