En la sinodalidad, el camino es largo y los frutos llegarán cuando Dios quiera

En la sinodalidad, el camino es largo y los frutos llegarán cuando Dios quiera
Compartir...

Hace más de 20 años, en unos ejercicios espirituales, Adolfo Chércoles, hablando sobre el inmediatismo de la cultura actual afirmaba que hoy nadie construiría una catedral gótica, cuyas obras se prolongaban durante décadas, incluso siglos. El jesuita se refería a la dificultad que tenemos para plantar sabiendo que nosotros no recogeremos los frutos, una actitud que con el paso de los años ha aumentado todavía más.

El modo y el tiempo de Dios

En la Amazonía aprendí a entender que el espacio y el tiempo puede ser entendidos de forma diferente. En aquella inmensidad de tierra, de aguas, donde en algunas regiones uno puede navegar por sus ríos sin encontrarse a nadie más que al Creador, siempre presente en todo lo que nos rodea, descubrimos que cerca y lejos, pronto y tarde, son conceptos cuya percepción varía.

El modo y el tiempo de Dios no son conceptos fácilmente entendibles y asumibles en el actual momento histórico. El de Dios es el camino largo, que se recorre con pausa, del que se disfruta, todavía más cuando en nuestros pasos gozamos de la compañía de otros, cuando somos capaces de avanzar juntos, encontrando un ritmo en el que todos nos sintamos a gusto.

Los procesos de Francisco

Cuando asumimos que vale la pena andar por el camino largo, entenderemos la Iglesia de procesos que Francisco propone. En cierta ocasión, en un encuentro con los jesuitas chilenos, el Papa les dijo que las propuestas del Concilio Vaticano II, solo serían asumidas 100 años después, algo que no es muy descabellado, pues después de 60 años, uno ve que muchos de los elementos y las dinámicas fundamentales propuestos en los documentos conciliares, todavía son algo distante.

La sinodalidad es una dinámica que favorece la misión, ayuda a entender el sentido fundamental del ser Iglesia, que es ser comunidad, caminar juntos, vivir la comunión. Una Iglesia que restringe la participación se debilita, pues que todos los bautizados y bautizadas se impliquen decisivamente en la misión es un modo necesario para hacer realidad aquello que pedimos todos los días: “venga a nosotros tu reino”, el Reino de Dios.

No perder la esperanza

Si las propuestas del Concilio van a tardar 100 años en ser asumidas, según el actual pontífice, uno se hace a la idea de que el proceso sinodal no será algo asumido de hoy para mañana. Habrá momentos y lugares de avance y otros en que las dificultades obligarán a disminuir el ritmo, pero eso no puede desanimar a quienes viven con fe y esperanza.

La pregunta fundamental es si en la Iglesia de hoy estamos dispuestos a construir la catedral gótica, si queremos construir para quien viene atrás. En ese sentido, el Papa Francisco, a punto de cumplir los 88 años, que posiblemente no recogerá muchos frutos del proceso sinodal que ha ido implementando a lo largo de su pontificado, es un verdadero testimonio de que, por los atajos, los peligros aumentan, y el riesgo de no llegar se convierte en algo más plausible, de que vale la pena construir una catedral gótica, cuya belleza, a pesar de la tardanza en alcanzarla, es admirable. Nadie es obligado a seguir el camino largo, pero quien elige los atajos, no piense que la suya es la única elección posible.


Compartir...