En el marco de la décima edición de La Tribuna Joan Carrera, la religiosa Maria Cimperman, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús y facilitadora del Sínodo de la Iglesia, compartió una reflexión sobre el Sínodo en la vida de la Iglesia y la transformación experimentada por sus participantes. Durante su intervención y el posterior intercambio de preguntas, habló sobre el Sínodo como un proceso que impulsa la renovación eclesial.
“He visto a personas transformadas después de participar en las asambleas, con un gran cambio interior e incluso lágrimas de ternura. Ha sido un privilegio ser testigo de ello y puedo afirmar que he visto al Espíritu en acción”, afirmó Cimperman.
La religiosa señaló que este proceso sinodal integra las necesidades y culturas de toda la comunidad eclesial. Según Cimperman, este es un momento valioso para la Iglesia, que debe mantener la unidad y la espiritual a lo largo del proceso de renovación.
Un cambio necesario en la Iglesia
La Hna. Cimperman resaltó la paciencia y el compromiso de los participantes del Sínodo, afirmando que los procesos de cambio requieren tiempo y reflexión. Comparó la renovación actual con la transformación que experimentó la Iglesia con el Concilio Vaticano II hace 60 años.
La religiosa, también señaló la necesidad de una conversión espiritual y de una escucha activa del Espíritu Santo. Y abogó por una participación más amplia y efectiva de todos los fieles, recordando que “el bautismo nos llama a todos a ser discípulos corresponsables, a escuchar y a ser escuchados”.
Superar el clericalismo y fortalecer la presencia de la mujer
En cuanto a los desafíos que enfrenta la Iglesia, Cimperman mencionó la dificultad de aceptar los cambios y la resistencia interna, identificando el clericalismo como una de las principales barreras a superar. En respuesta a esta situación, propuso una formación compartida entre presbíteros, religiosos y laicos, así como una mayor presencia de las mujeres en el liderazgo eclesial.
“La voz de las mujeres debe ser escuchada y reconocida en la Iglesia. No es una cuestión de justicia, sino de fidelidad al Evangelio”, expresó. Además, hizo un llamado a reconocer a las personas en situación de pobreza como protagonistas de la evangelización y remarcó que la Iglesia debe ser “pobre con los pobres”.
La hermana Cimperman manifestó que el Sínodo es una auténtica escuela de discernimiento y animó a todos los fieles a involucrarse activamente en este proceso transformador. También hizo referencia a la Asamblea Eclesial convocada por el papa Francisco para 2028, la cual considera clave en la configuración de una Iglesia más abierta y participativa.
El artículo original fue publicado en Catalunya Religó.
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