Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad conversó con la Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, religiosa catequista franciscana, miembro del pueblo Kariri en Brasil y vicepresidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama). Su testimonio refleja la dedicación de las mujeres en la Iglesia amazónica, su lucha por el reconocimiento de su misión y su protagonismo en la defensa del territorio, la cultura y la vida de los pueblos indígenas.
Desde su experiencia en la Amazonía, la Hna. Laura comparte su perspectiva sobre el camino sinodal y los aprendizajes que han marcado a las comunidades en esta etapa eclesial. Resalta el valor de una Iglesia ministerial, en salida y con un verdadero espíritu de escucha y acompañamiento. Y también expone los desafíos persistentes, como el clericalismo y la necesidad de mayor inclusión de las mujeres en espacios de toma de decisiones.
Esta entrevista permite acercarse a la voz de quienes sostienen la vida eclesial en la región amazónica, mostrando cómo las mujeres han sido y siguen siendo soporte esencial en la evangelización, la sinodalidad y la defensa del territorio. Además, en este tiempo de Cuaresma, su mensaje invita a una conversión integral, donde el cuidado de la Casa Común y la justicia para los pueblos amazónicos sean una prioridad para toda la Iglesia.
El deseo por vivir la sinodalidad
Pregunta: ¿Cómo ha vivido la Iglesia amazónica el proceso del Sínodo de la Sinodalidad?
Respuesta: Hay un gran esfuerzo de la Iglesia en la Amazonía, por vivir la sinodalidad, con todos los desafíos presentes en la realidad socioambiental y también sociopastoral.
Así, como hay un compromiso de vivir este espíritu de caminar juntos, una Iglesia en salida, con un papel protagonista de los agentes pastorales laicos y laicas, una búsqueda de ser una Iglesia ministerial. No podemos dejar de mencionar las tensiones en grupos con posiciones muy conservadoras, que no creen en la Iglesia como pueblo de Dios, como ya nos señaló el Concilio Vaticano II.
P.: ¿Cuáles son los principales aprendizajes que este proceso ha dejado para las comunidades amazónicas?
R.: El Sínodo de la Amazonía nos ayudó a emprender este camino. El Papa Francisco mencionó que la Amazonía sería el banco de pruebas para la Iglesia, en la búsqueda de nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Este camino nos fortaleció y llegamos al Sínodo sobre la Sinodalidad con la Conferencia Eclesial de la Amazonía, fruto de este camino.
Esta es una semilla. En otros lugares tenemos asambleas a nivel de Iglesia local, con un carácter más eclesial y ministerial, dando espacio para caminar juntos. Otra gran lección que considero importante es la opción de ser una Iglesia en camino y en camino junto a los que han caído en el camino, pero también una Iglesia que aprende de los pueblos indígenas y amazónicos.
El desafío de la sinodalidad en la Amazonía
P.: ¿Qué desafíos aún deben afrontarse para que la sinodalidad sea una realidad en la Amazonía?
R.: Tenemos el desafío de tener estructuras más inclusivas. La participación de mujeres e interlocutores de misión en los espacios de toma de decisiones; el clericalismo que persiste en la Iglesia; la falta de una opción preferencial por los pobres. Esas son piedras en el camino.
P.: Desde su experiencia en la Amazonía, ¿cómo se puede construir una Iglesia verdaderamente sinodal y en diálogo con los pueblos indígenas?
R.: Una Iglesia sinodal solo puede asumirse verdaderamente cuando entra en la dinámica de la escucha del Espíritu, que se manifiesta en los signos de los tiempos. Tenemos que preguntarnos cuáles son los signos de los tiempos actuales que esperan una respuesta por nuestra parte. Es necesario entrar en la dinámica del aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje.
Las mujeres en la Iglesia
P.: ¿De qué manera las mujeres han impulsado procesos de evangelización y defensa del territorio en la Amazonía?
R.: Las mujeres estamos en espacios que son fundamentales en la Iglesia y la sociedad. Somos nosotras las que estamos en las fronteras en defensa de la vida, de la tierra, de los derechos a la vivienda, a la salud, a la educación… En la Amazonía, las comunidades están animadas por mujeres, que no dejan que su fe, su esperanza y su solidaridad se desvanezcan.
Muchas mujeres desempeñan un papel fundamental en la defensa de los territorios, manteniendo y transmitiendo la cultura, la lengua y la espiritualidad. Hay zonas remotas donde las mujeres celebran la palabra de Dios, llevan la Eucaristía, visitan a los enfermos, acompañan a las familias en situaciones de pérdida, escuchan a las personas más íntimas. Sin embargo, a la Iglesia le falta valentía para reconocer la misión, los servicios que brindamos a la Iglesia y el don que llevamos, que es generador de vida y procesos que defienden la vida. Coraje para poner más en los espacios de toma de decisiones y restaurar el diaconado de las mujeres.
Amazonía figura de mujer
P.: ¿Cómo imagina el futuro de la Iglesia en la Amazonía si se fortalece el rol de las mujeres en la vida eclesial y comunitaria?
R.: Me imagino una Iglesia más tierna, más compasiva y más defensora de la vida, más inclusiva.
Al concluir la entrevista, la Hna. Laura Vicuña reflexiona sobre el tiempo de Cuaresma, y recuerda que la conversión es personal y también comunitaria y ecológica. Desde su testimonio, invita a asumir con valentía el desafío de una transformación integral, donde la defensa de la Casa Común y la dignidad de los pueblos amazónicos sean parte del camino sinodal de la Iglesia.
“Tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, de cambio. Comparo la Amazonía con una figura de mujer que está siendo amenazada en su vientre sagrado, que es la tierra, el agua, el bosque, la gente que aquí vive. Es tiempo para una conversión integral”, concluye.
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