Los cardenales de Francisco, o para mejor decir la forma en que el actual pontífice entiende el cardenalato, se salen en muchos casos de los parámetros tradicionales en los que se entendía el ser investido con la púrpura.
Siervos y no eminencias
En la carta que les ha enviado a aquellos que recibirán el capelo el próximo 7 de diciembre les dice: “pies desnudos, tocando la aspereza de la realidad de muchos rincones del mundo embriagados de dolor y sufrimiento por la guerra, la discriminación, la persecución, el hambre y numerosas formas de pobreza que te exigirá tanta compasión y misericordia”. Y posteriormente añade, “el título de siervo (diácono) opaque cada vez más al de eminencia«.
De la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad participan un buen número de cardenales, a los que uno ve entrar al Aula Pablo VI y moverse en ella en los momentos en que la entrada es liberada a los periodistas. Entre otros, me llama la atención el limosnero pontificio, el cardenal Konrad Krajewski.
Reactivó la luz en un edificio ocupado
Entre las muchas anécdotas del purpurado polaco hay una que es muy significativa. En cierta ocasión, informado de la grave situación en la que se encontraban más de 400 personas, incluyendo muchos niños, en un palacio romano ocupado, que estaban sin electricidad ni agua caliente, reactivó personalmente el suministro eléctrico del edificio, un gesto consciente de las posibles consecuencias a las que podía enfrentarse, con la convicción de que era necesario hacerlo por el bien de estas familias.
El pasado lunes 7 de octubre, en la Jornada de Ayuno y Oración a la que llamó el Papa Francisco, fue el limosnero pontificio el que promovió la colecta y pasó el cepillo entre los participantes de la Asamblea Sinodal, recaudando 32 mil euros, a los que la Limosnería Pontificia sumó otros 30 mil, que fueron enviados a la parroquia de Gaza. Un gesto más de los muchos que realiza, ha ido a Lesbos, a Ucrania, inclusive conduciendo una ambulancia, y a tantos otros lugares donde tantos lloran y para quienes ha sido caricia de Dios.
Iglesia pobre para los pobres
Es un ejemplo de aquello que el Instrumentum Laboris de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal reflexiona en vista de la plena renovación de la Iglesia en un sentido sinodal misionero, advirtiendo “por la falta de participación de tantos miembros del Pueblo de Dios en este camino de renovación eclesial y la fatiga de la Iglesia a la hora de vivir plenamente una sana relacionalidad entre hombres y mujeres, entre generaciones y entre personas y grupos de diferentes identidades culturales y condiciones sociales, en particular, los pobres y excluidos”.
Krajewski es un buen ejemplo de esa Iglesia pobre para los pobres, de esos pastores con olor a oveja, de la propuesta que el Instrumentum Laboris hace, cuando dice que “la voluntad de escuchar a todos, especialmente a los pobres, que promueve el estilo de vida sinodal, contrasta fuertemente con un mundo en el que la concentración de poder excluye a los pobres, a los marginados y a las minorías”. El camino es ese y el cardenal sinodal polaco es una luz que nos indica por donde podemos y deberíamos ir. En la Iglesia, también en la sinodal, los pobres tienen que ser el foco principal, eso es lo que la hará creíble.