Una Iglesia sinodal sin discernimiento no llega muy lejos, eso por ese tiene que ser el camino para elaborar y tomar decisiones, teniendo presente que todas las personas bautizadas han recibido el don del Espíritu. De hecho, el discernimiento eclesial es la esencia del itinerario de la espiritualidad sinodal. Para ello la metodología a seguir es “la conversación en el Espíritu” y el discernimiento común.
Entrar en el corazón del otro
En el actual proceso sinodal esa ha sido una experiencia muy enriquecedora. Se puede decir que esa dinámica, que permite entrar en el corazón del otro, generó un espacio para expresar con libertad los propios puntos de vista y para la práctica de una escucha recíproca, algo que se recogía en el Instrumentum Laboris para la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal. Un camino en el que se avanza todavía más cuando se dialoga con otras ciencias, cuando se concreta lo que pedía la Gaudium et Spes, documento que no se puede ignorar para entender el tuétano del Vaticano II: “escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio”.
Otra condición necesaria es valorar el sensus fidei de todos los participantes, independientemente de su género, de su vocación, del ministerio que asumen en la Iglesia. Escuchar a Dios y al pueblo, “hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”, y así buscar “un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu de Cristo” que nos dice Episcopalis Communio. En ese sentido, la Iglesia no puede conformarse con hacer un Sínodo, tiene que ser Sínodo. Algo que ya decía San Juan Crisóstomo, uno de los padres de la Iglesia: “Iglesia y Sínodo son sinónimos”.
La CEAMA, un organismo sinodal
Una cuestión importante es como llevar a cabo los procesos de discernimiento y quienes participan en ellos. El Sínodo para la Amazonía, en el que muchos ven un “entrenamiento” para el actual proceso sinodal, tuvo entre sus 157 propuestas, la creación de un organismo episcopal para la región amazónica, lo que se concretó en la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), una novedad en la historia de la Iglesia.
La presidencia de la CEAMA, que puede ser considerado un estamento de decisión, está constituido por un obispo, un sacerdote, un representante de la Vida Religiosa, otro del laicado y otro de los pueblos indígenas. Algo que se complementa con la Asamblea, de la que participan representantes de las siete conferencias episcopal presentes en el bioma amazónico. Son 105 jurisdicciones eclesiásticas de nueve países.
En ese sentido, la CEAMA, una continuidad del proceso iniciado con la REPAM hace 10 años, es una expresión del nosotros eclesial con un discernimiento creativo, donde se entrelazan las relaciones de las personas, los itinerarios formativos y los lugares para un auténtico intercambio de dones espirituales, culturales, sociales, ecológicos, litúrgicos, algo que se ha ido concretando en diversos elementos, entre ellos el Rito Amazónico y la ministerialidad de la mujer.
Impulsar procesos de conversión
En una Amazonía herida por los asesinatos de líderes ambientales, la trata de personas, la minería ilegal, los incendios forestales, la deforestación, las sequías y el narcotráfico, entre otras situaciones, es necesario impulsar procesos de conversión, también en la vida de la Iglesia. Algo que debe ser concretado en los organismos episcopales, las iglesias locales, parroquias, comunidades, pastorales, donde se deben llevar a cabo procesos de formación para el discernimiento eclesial en una perspectiva sinodal que haga posible buscar nuevos caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral.
Es una cuestión de valentía, de no tener miedo de avanzar en esa conversión eclesial. De lo contrario, el actual Sínodo puede quedarse en un evento aislado o momentáneo. El desafío es asumir un modo cada vez más vivo de ser y proceder mediante organismos eclesiales en su composición y sinodales en su actuación. No dejemos de seguir la audacia del Espíritu, para que la Iglesia siga siendo “luz de las gentes”, “signo y sacramento de salvación” en este momento de la historia que nos ha tocado vivir.