La Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que se realiza en el Aula Pablo VI del Vaticano, continúa debatiendo sobre las relaciones. Para profundizar en esas y otras cuestiones relacionadas con el camino sinodal, participaron de la rueda de prensa de este 9 de octubre, el arzobispo de Nampula y presidente de la Conferencia Episcopal de Mozambique, Mons. Inácio Saúre, el arzobispo de Puerto Montt (Chile), Mons. Luis Fernando Ramos, y el diácono permanente de la diócesis de Gent (Bélgica), Geert De Cubber.
Mujeres y jóvenes en la toma de decisiones
El trabajo se ha centrado en el tema del discernimiento eclesial, según la secretaria de la Comisión de Comunicación de la Asamblea Sinodal, Sheila Pires. En las más de 70 expresiones libres, se destacó el papel de los ministros ordenados y de los laicos, su colaboración con sacerdotes y obispos, su participación en los procesos de toma de decisiones. De ahí la necesidad de una mayor participación de los laicos, ya que su presencia es indispensable y cooperan para el bien de la Iglesia. Pires destacó la propuesta hecha de consultar al Pueblo de Dios sobre la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y al episcopado, dado que, en una Iglesia sinodal, el Pueblo de Dios tiene que sentirse responsable en la elección. Asimismo, se discutió la posibilidad de que los laicos sean párrocos, ya que muchos sacerdotes no tienen vocación como párrocos.
En cuanto a las mujeres, se destacaron algunas propuestas, como evitar cualquier tipo de discriminación sexual en el acolitado, reconociendo su aporte a los procesos de toma de decisiones. Se habló de confiar a las mujeres el ministerio de la escucha, ya que «las mujeres saben escuchar, escuchan de otra manera«. Por último, involucrar más a las mujeres en un mundo dividido y desgarrado por la guerra.
Escuchar voces valientes de fuera de la Iglesia
Por su parte, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, relató la necesidad de contactar con los jóvenes a través de la pastoral digital, y que los jóvenes sean parte del discernimiento eclesial en la Pastoral Juvenil Igualmente se habló de la situación dramática de muchos niños y niñas en el mundo, víctimas de la trata de seres humanos. En ese sentido, enfatizó que “el Sínodo tiene que inspirar acciones, no sólo producir documentos”, llamando a escuchar voces valientes que proceden de fuera de la Iglesia.
Ruffini destacó el testimonio de una madre preocupada porque no se habla de la Iniciación Cristiana de los niños, del papel de los padres para vivir la sinodalidad. Se habló de acompañar a las víctimas de los abusos dentro de la Iglesia, la Iglesia debe acercarse a los vulnerables, de una mayor cercanía a los pobres, de la soledad y aislamiento de los sacerdotes, sobrecargados de trabajo, la distancia de los sacerdotes con la sinodalidad, lo que debe llevar al Sínodo a ver cómo puede reavivar su vocación para servir al Pueblo de Dios. Igualmente se habló sobre la necesidad de consejos económicos, y se hizo un fuerte llamamiento al diálogo entre las Iglesias y en la Iglesia, de la familia como modelo de sinodalidad, de llevar el Sínodo a jugar el partido y no quedarse en escribir un manual de entrenamiento.
Confianza y respeto mutuos
Mons. Luis Fernando Ramos destacó que el año pasado se planteaban muchos temas, ahora se concentran en temas más específicos para rearticular qué entendemos por una Iglesia Sinodal. En ese contexto surgió el argumento de la Iglesia Pueblo de Dios, complementada con la Iglesia Pueblo de Cristo, resaltando la importancia de la espiritualidad sinodal para cambiar las estructuras y el modo de ser Iglesia, para una conversión personal, comunitaria, eclesial y pastoral. Destacó la importancia de que los laicos nunca pierdan su vocación secular, y de las relaciones entre los seres humanos y al interior de la Iglesia, para purificar, transformar, iluminar las relaciones desde la caridad. El obispo subrayó la importancia de los roles de responsabilidad para que estén impregnado de los criterios de la sinodalidad, con itinerarios para un discernimiento sinodal. Eso en una asamblea donde existe confianza y respeto mutuo, algo que todos valoran positivamente.
Su fundador santo durante el Sínodo
Para los Misioneros de la Consolata, el Sínodo trae una gran noticia, la canonización del beato José Allamano, que tendrá lugar el 20 de octubre, según el arzobispo de Nampula, miembro de esta Congregación. Para ellos, el tema del Sínodo es muy querido porque Allamano creó un instituto misionero. Mons. Saúre reflexionó sobre la importancia de la Iniciación Cristiana como encuentro con Jesucristo, y el fenómeno que ocurre en África, donde los jóvenes abandonan la Iglesia después de recibir estos sacramentos, lo que debe llevar a reflexionar sobre si han tenido una buena Iniciación Cristiana. También habló del reparto de los dones entre los seres humanos y entre las Iglesias en una Iglesia sinodal y de la importancia del conocimiento recíproco entre la Iglesia católica y la Iglesia oriental, que tiene mucho que darnos en este reparto de dones.
La Sinodalidad empieza en casa
El diácono permanente belga, dijo que en este Sínodo no habría podido participar sin su familia, con quienes se sentó a la mesa para decidir si su presencia en la Asamblea Sinodal era algo conveniente, a lo que todos asintieron, pues de lo contrario, si alguien no hubiese estado de acuerdo, no hubiera participado. A partir de ahí señaló que “mi experiencia de sinodalidad empieza en casa”. Sobre la Iglesia belga, sus dificultades y la presencia de personas cansadas, dijo que se está intentando que la Sinodalidad se ponga en práctica en la Pastoral Juvenil, llevar la sinodalidad al trabajo con los jóvenes, algo hecho con todas las diócesis buscando como avanzar como Iglesia sinodal. Por eso, subrayó el hecho de que somos diferentes los unos de los otros, pero tenemos en común nuestra catolicidad.