Mons. Miguel Cabrejos: “En este momento histórico, a nosotros nos corresponde edificar la Iglesia fomentando la Sinodalidad”

Mons. Miguel Cabrejos: “En este momento histórico, a nosotros nos corresponde edificar la Iglesia fomentando la Sinodalidad”
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Este 20 de enero, en la parroquia San Antonio de Padua, en Perú, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), presidió la Eucaristía que dio inicio a la 128.ª Asamblea Plenaria del Episcopado Peruano. Durante la celebración, el arzobispo habló acerca de la Sinodalidad como eje de la renovación eclesial.

En su homilía, Mons. Cabrejos comenzó citando al teólogo Henry de Lubac: “Amo a nuestra Iglesia en su enorme y difícil esfuerzo por renovarse”. Afirmó que este esfuerzo debe proseguir bajo el signo del Concilio y, especialmente en el contexto actual, bajo el signo de la Sinodalidad.

La verdad como núcleo del Reino de Cristo

Reflexionando sobre el Evangelio de Juan, Mons. Cabrejos se refirió al diálogo entre Jesús y Pilato, mencionando dos características del Reino de Cristo: “Mi reino no es de este mundo” y “Él ha venido al mundo como rey de la verdad”.

El arzobispo dijo que la verdad en el lenguaje bíblico resuena en múltiples dimensiones: La revelación de la bondad del Padre de la Misericordia, la fidelidad de Dios a sus promesas de salvación, el anuncio del Reino divino, la evangelización y Cristo mismo como la Verdad encarnada.

Mons. Cabrejos invitó a los presentes a dejar que las palabras de Cristo penetren en sus corazones, y aseguró que el verdadero discípulo se aparta de la lógica del poder, el dominio y la mentira. En este sentido, afirmó que “cada ser humano se enfrenta diariamente a la tentación de la mentira, la falsedad y el conflicto”, y que es misión de los cristianos construir el Reino de Cristo, fundamentado en la verdad y la justicia.

San Agustín, modelo de Sinodalidad y renovación

El arzobispo recordó a San Agustín como modelo para la renovación eclesial en clave sinodal. Dijo que el obispo de Hipona vivió en una época marcada por tensiones y movimientos migratorios masivos, similar a los desafíos actuales de la Iglesia. Y que San Agustín fue un testigo de la sinodalidad práctica, caracterizado por su capacidad de escuchar, discernir y trabajar por la unidad de la Iglesia.

San Agustín expresó su ministerio como un servicio amoroso a la comunidad cristiana, siempre buscando el bien común. Mons. Cabrejos dijo que la Sinodalidad, aunque no mencionada explícitamente en las obras de San Agustín, “estaba presente en su pensamiento y estilo eclesial”.  “San Agustín no fue, es un testimonio de Sinodalidad; aprendamos de él a trabajar por la verdadera renovación de la Iglesia”, exhortó.

Añadió que la verdadera Sinodalidad implica comunión y una acción conjunta del Pueblo de Dios, guiada por el Espíritu Santo y fundamentada en la confianza mutua:  “Para que haya verdadera Sinodalidad, debe haber un caminar y un discernir juntos, debe haber primero comunión, debe acontecer una acción conjunta con el Pueblo de Dios, en la que la autoridad apostólica no se ejerce tiránica, ni la obediencia es servir, sino que requiere una hegemonía de la confianza mutua de los sucesores de los Apóstoles y el resto del Pueblo de Dios; solo en esta clave se edifica verdaderamente la Iglesia”.

La Eucaristía, cumbre de la Sinodalidad

El arzobispo Cabrejos remarcó que la celebración de la Eucaristía es el acto más intenso de Sinodalidad, ya que en ella se manifiesta la unidad del Pueblo de Dios: “No hay otro momento de más intensa Sinodalidad que la celebración de la Eucaristía, que es encontrarse en la unidad y encontrarse en Dios anuncio y anticipación de la reunión escatológica en la que el hombre no será enemigo del hombre”.

Citando a San Agustín, afirmó: “Mi cuerpo vive sí de mi espíritu, y tú pues quieres vivir del Espíritu de Cristo, mantente en el cuerpo de Cristo”. Este sacramento trasciende lo afectivo o ideológico, uniendo a los fieles en una comunión teologal conforme al ágape divino.

Mons. Cabrejos también dijo que la autoridad eclesial debe ejercerse desde un paradigma trinitario, no jurídico, y que su misión es servir a la comunión. Recordó que la Iglesia, como reflejo de la armonía divina, está llamada a transformar relaciones humanas, convirtiendo conflictos en oportunidades de fraternidad: “La Sinodalidad debe ser un proceso, no solo clarificador, sino también dinamizador”, dijo el arzobispo, enseñando que San Agustín, ejemplo de Sinodalidad práctica, vivió en profunda comunión con su comunidad, discerniendo la voluntad divina y enfrentando los desafíos históricos con la palabra y el testimonio de vida.

Construyendo una Iglesia renovada y sinodal

El presidente de la CEP animó a los obispos y fieles a trabajar juntos por la renovación de la Iglesia. Señaló que esta renovación solo será posible a través del amor profundo a la Iglesia, un amor que purifica y edifica desde dentro: “A base de mucho amor se conseguirá limpiar siempre el rostro de nuestra amada Iglesia”.

Mons. Miguel Cabrejos advirtió sobre los peligros de las posturas radicales que buscan oponerse a la autoridad del Santo Padre o de los obispos, recordando que la verdadera renovación nace de la comunión y no de la confrontación: “Ninguno de los movimientos radicales han legado caminos auténticos”.

Citó la experiencia del profeta Elías para mostrar que es posible encontrar a Dios en el suave murmullo de la paz, el amor y la armonía, y no en el estruendo del conflicto.

Nos une la fe en Cristo

Lo más grande que nos une es la fe en Cristo. Estimados hermanos, todos lo sabemos, hermanas, es el bien común de la Iglesia”, dijo el arzobispo Cabrejos, y advirtió que las divisiones suelen surgir por diferencias menores y perspectivas humanas mezquinas: “El obispo no es un señor, sino un servidor; no es propietario de la viña de Dios, sino un humilde operario que la administra, la Iglesia no es suya”.

Recordó que el obispo no debe actuar con sentido de propiedad sobre la Iglesia, las almas, las conciencias o los bienes eclesiásticos. Su vida debe reflejar la dedicación plena a la comunidad, siguiendo el modelo de Cristo, con la dignidad y la autoridad que nacen del servicio.

En nuestros tiempos en los que tantos acontecimientos anuncian un cambio de época, Mons. Cabrejos invitó a los pastores y fieles a mirar con esperanza: “En este momento histórico, a nosotros los corresponde edificar la Iglesia fomentando la Sinodalidad, como en su día hizo San Agustín y otros grandes padres, sin dejar el empeño de fortalecer la comunión de la Iglesia que estaba amenazada por fuertes tensiones, no menos que en nuestros días”.

Mirar alto y lejos: el desafío de la Sinodalidad

Citando a San Bernardo, el arzobispo Cabrejos dijo que “todos los tiempos tienen sus noches, pero a todas las noches les sucederá un amanecer”, y exhortó a todos a confiar en la Providencia Divina.

“Ojalá nos ayude a todos los pastores, especialmente a los obispos, para que sepamos aprovechar este Kairós, y logremos mirar alto y lejos. Alto y lejos es nuestro reto y nuestra esperanza”, sostuvo.

Finalizó su reflexión deseando que la Iglesia esté bajo la guía de Cristo y la protección de la Virgen María, para construir una Iglesia que camine en armonía: “El Señor y la Santísima Virgen María nos den la gracia de trabajar en la Iglesia en el Perú; no uno sin el otro, no uno sobre el otro, no uno contra el otro, sino todos en armonía, bajo la guía de nuestro único maestro y Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y bajo la protección de la Santísima Virgen María”.

 


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