El Sínodo de los Obispos celebrado en Roma en octubre de 2024, descrito por Monseñor Pedro Fuentes, CP, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Paz y Administrador Apostólico del Ordinariato Castrense de Bolivia, como “una segunda primavera donde cada hoja es una flor”, se convirtió en un encuentro histórico para la Iglesia Católica.

Desde Bolivia, Mons. Fuentes ofrece un testimonio vibrante, invitando a adentrarse en los detalles de esta vivencia única, plasmada en su artículo “Los colores del Sínodo”, publicado en la revista Bolivia Misionera, de las Obras Misionales Pontificias de Bolivia.

Una Iglesia en misión, comunión y participación

El obispo explica que la tarea encomendada fue responder a una pregunta: ¿Cómo ser una Iglesia misionera, sinodal y misericordiosa? Trabajando por una Iglesia en misión, en comunión y participación. Este interrogante marcó el ritmo de las sesiones, guiados por un espíritu de escucha, discernimiento y oración.

El método de la “Conversación en el Espíritu” permitió a los participantes, entre ellos laicos, religiosos y obispos, abrirse a la acción del Espíritu Santo y reflexionar juntos sobre el camino que Dios traza para la Iglesia en el mundo de hoy.

A su vez, se contaba con el instrumento de trabajo del Sínodo, conocido como Instrumentum laboris, que sirvió como brújula para las reflexiones.

Iglesia, red de relaciones

Estructurado en tres partes principales, el obispo Fuentes compartió sobre los fundamentos de la Sinodalidad, “cuyas características principales eran, escuchar y ver la realidad; escuchar lo que el Espíritu me dice, para luego dar paso al discernimiento individual y comunitario”.

En la primera parte se habla de las relaciones dentro de la Iglesia; en la segunda, sobre los itinerarios concretos hacia una misión renovada; y en la tercera parte, se dedica a la concreción de los lugares.

El obispo manifiesta en su artículo que, en las discusiones sobre temas como la formación integral, la dimensión relacional inspirada en la Trinidad, y el concepto de “lugares” como expresión teológica de contextos y culturas, “la Iglesia se muestra como una gran red de relaciones cuyo origen y culmen es Dios Padre”.

Escuela de paciencia y escucha

El Sínodo se convirtió en una “escuela de paciencia y escucha”, describe Mons. Fuentes, y relata cómo los participantes aprendieron a dejar de lado las prisas, los esquemas preestablecidos y las preocupaciones personales, para abrirse al diálogo sincero y al discernimiento en comunidad. Este proceso espiritual permitió a la Iglesia avanzar hacia una mayor corresponsabilidad y unidad en su misión evangelizadora.

El testimonio de Mons. Fuentes culmina con una invitación a todos los fieles a sumergirse en las conclusiones del Sínodo expuestas en el Documento Final y a hacer suyas las enseñanzas que surgen de este proceso: “No fue solo una reunión de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y laicos, sino algo querido por Dios, quien nos habla por medio de circunstancias y personas concretas”.

“Animo a todos a seguir en este peregrinaje cristiano de la vida en la fe, fieles a la causa del Señor, esto es: el anuncio del reino de Dios, la buena nueva con todas sus implicancias y consecuencias, porque en definitiva es Él ese sentido y razón de nuestra vida que tiende a trascender a Dios por medio de nuestras realidades y circunstancias personales y comunitarias, fieles y en comunión siempre con nuestra amada Iglesia”, expresa Mons. Pedro Fuentes.

Este artículo apenas roza la superficie de las profundas reflexiones compartidas en Roma. Te invitamos a leer el texto completo de Mons. Fuentes, disponibles en la revista de OMP Bolivia, para descubrir en detalle cómo esta experiencia sinodal puede transformar nuestra comprensión de la Iglesia y su misión.

Artículo de Mons. Pedro Fuentes en la Revista Bolivia Misionera