Rafael Luciani, teólogo experto y perito del Sínodo, brinda cinco aportes del Documento Final del Sínodo de la Sinoalidad en el contexto de la presentación del Documento y el tercer aniversario de la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas/os (CLAR) y Cáritas ALC.
Iglesia, Pueblo de Dios, por el bautismo
Luciani comenzó evocando al cardenal Suenens, uno de los grandes artífices del Concilio Vaticano II, quien afirmaba que “una cierta forma de Iglesia está muriendo, pero está naciendo otra. Estoy más abierto a lo que está naciendo que a lo que se está desvaneciendo”; una invitación a abrazar el futuro con esperanza, reconociendo que la Iglesia se transforma para responder mejor a los desafíos actuales.
El concepto central de “Iglesia, Pueblo de Dios”, adoptado como normativo desde el inicio del pontificado del Papa Francisco en 2013, cobra una madurez renovada en este proceso sinodal. Según Luciani, este término rescata la teología del bautismo, y redefine la identidad cristiana al otorgar derechos y deberes a todos los fieles, promoviendo una igualdad radical fundamentada en el bautismo.
Pueblo de Dios, sujeto comunitario e histórico, en un lugar
El Documento Final introduce dos características del Pueblo de Dios: ser un sujeto comunitario e histórico. Como sujeto comunitario, la Iglesia no se compone de partes aisladas, sino de una totalidad interactiva y solidaria, donde la diversidad de carismas, ministerios y experiencias se integra plenamente.
Asimismo, como sujeto histórico, la Iglesia se reconoce enraizada en contextos sociales y tiempos específicos. Esto supera visiones universalistas abstractas, destacando que la misión eclesial debe responder a los signos de los tiempos desde los territorios concretos donde se vive la fe.
Sensus fidei de todo el Pueblo de Dios
Luciani remarca que la sinodalidad no es una simple práctica eclesial, sino una dimensión constitutiva de la Iglesia. Esto implica caminar juntos, escuchar y discernir comunitariamente para tomar decisiones compartidas. Inspirándose en San Cipriano, el Documento resalta que nada debe hacerse sin la articulación entre obispos, presbíteros y el consenso del Pueblo de Dios: “Nada sin el obispo, nada sin el presbiterio, nada sin el consenso del pueblo”, enseñanza que se mostró en el Sínodo como un modelo de ejecución episcopal, acorde con una Iglesia sinodal.
“La Iglesia no se hace con algunos… se deben integrar todas las inclinaciones, capacidades, experiencias, conocimientos, carismas y ministerios, porque cuando falta alguna contribución de algún sujeto desde su propia vocación en la Iglesia, falta algo. Porque la Iglesia se hace entre todos y todas, y con todos y todas. Ese es el concepto de corresponsabilidad en el que no podemos sacar al resto del conjunto de la construcción eclesial”, afirma.
El Documento también profundiza en el sensus fidei, expuesto en el numeral 12 de Lumen Gentium, que es una capacidad innata de todos los fieles bautizados para participar activamente en la vida y misión de la Iglesia. Este concepto refuerza la corresponsabilidad y la necesidad de integrar a todos los fieles en el proceso de discernimiento y toma de decisiones.
Sinodalidad como dimensión constitutiva de todo el Pueblo de Dios
“Con este documento, la Asamblea reconoce y testimonia que la sinodalidad, dimensión constitutiva de la Iglesia, ya forma parte de la experiencia de muchas de nuestras comunidades. Al mismo tiempo, sugiere caminos a seguir, prácticas a implementar, horizontes a explorar”, dice el Documento Final en el numeral 12, con lo que Luciani recuerda que Sinodalidad supone una experiencia de caminar juntos y una experiencia que se vive en dinámicas comunicativas.
El Documento Final da un salto cualitativo al definir a la Iglesia como constitutivamente sinodal. Esto implica formas de comunicación recíprocas y multilaterales, que fomentan el diálogo, el consenso y la acción conjunta.
Participación de todo el Pueblo de Dios
Luciani invitó a integrar estas dinámicas en las estructuras institucionales de la Iglesia, asegurando que todos los carismas y ministerios tengan un espacio de participación activa: “Cómo integramos en nuestras instituciones organismos en los que todos podamos participar para tomar decisiones, donde haya carismas, ministerios, experiencias competencias y entre todos tomando decisiones en conjunto”, ese es el reto.
Para Rafael Luciani, el desafío supone “que nos comprometamos a que esta Iglesia constitutivamente sinodal se haga realidad en nuestras instituciones a través de los organismos de participación”.
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