Después de tres años de escucha del Pueblo de Dios y de escucha del Espíritu Santo para comprender mejor cómo ser una “Iglesia sinodal”, el Papa Francisco se ha dirigido a los participantes en la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad y a toda la Iglesia para reconocer que “al convocar a la Iglesia de Dios en Sínodo, he sido consciente de que os necesitaba a vosotros, Obispos y testigos del camino sinodal”.
El Obispo de Roma debe practicar la escucha
Dijo que también el Obispo de Roma “necesita ejercitarse en la escucha, más aún, quiere ejercitarse en la escucha, para poder responder a la Palabra que se le repite cada día: Confirma a tus hermanos y hermanas…. Pastorea mis ovejas”. Francisco dijo que su tarea “es salvaguardar y promover -como nos enseña San Basilio- la armonía que el Espíritu sigue difundiendo en la Iglesia de Dios, en las relaciones entre las Iglesias, a pesar de todas las luchas, tensiones y divisiones que marcan su camino hacia la plena manifestación del Reino de Dios”.
“Todos, con la esperanza de que no falte nadie. Todos, todos. Nadie que falte, todos”, subrayó, poniendo como palabra clave la armonía, que es lo que hizo el Espíritu en la mañana de Pentecostés, “armonizando todas estas diferencias, todas estas lenguas…”, una dinámica que ve presente en el Concilio Vaticano II. Francisco insistió en que la gracia de Dios, “a través de su Espíritu, susurra palabras de amor en el corazón de todos. A nosotros nos es dado amplificar la voz de ese susurro, sin obstaculizarlo; abrir puertas, sin levantar muros”. En este punto, el Papa denunció “¡qué mal hacen las mujeres y los hombres de Iglesia cuando levantan muros, qué mal hacen!”.
La rigidez es pecado
Insistiendo en todos, el Papa dijo que “no debemos comportarnos como ‘distribuidores de Gracia’ que se apropian del tesoro atándose las manos al Dios misericordioso”, recordando el perdón pedido al inicio de la Asamblea sinodal “sintiendo vergüenza, reconociendo que todos somos misericordiosos”. Citó el poema de Madeleine Delbrêl, la mística de las periferias, que exhortaba: “Sobre todo, no seáis rígidos”, afirmando que “la rigidez es un pecado, es un pecado que a veces afecta a los clérigos, a los consagrados y a las consagradas”. Los versos que leyó “pueden convertirse en la música de fondo con la que acojamos el Documento final. Y ahora, a la luz de lo que ha surgido del camino sinodal, hay y habrá decisiones que tomar”.
En este tiempo de guerras, llamó a “ser testigos de la paz, aprendiendo también a dar forma real a la convivencia de las diferencias”. Esto llevó al Papa a decir que no tiene intención de publicar una “exhortación apostólica, basta con lo que hemos aprobado”. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los distintos continentes, en los distintos contextos: por eso lo pongo ahora a disposición de todos, por eso he dicho que se publique. De este modo, quiero reconocer el valor del camino sinodal realizado, que, a través de este Documento, entrego al santo pueblo fiel de Dios”.
Escuchar, reunir, discernir, decidir y evaluar
Pidió a los diez “Grupos de estudio” que trabajen con libertad, “que me ofrezcan propuestas, hace falta tiempo, para llegar a opciones que impliquen a toda la Iglesia”, mostrando su deseo de “escuchar a los Obispos y a las Iglesias que les han sido confiadas”. Algo que, según él, “no es la forma clásica de aplazar eternamente las decisiones. Es lo que corresponde al estilo sinodal con el que debe ejercerse también el ministerio petrino: escuchar, recoger, discernir, decidir y evaluar. Y en estas etapas son necesarias las pausas, los silencios y las oraciones. Es un estilo que vamos aprendiendo juntos, poco a poco. El Espíritu Santo nos llama y nos sostiene en este aprendizaje, que debemos entender como un proceso de conversión”, confiando en la ayuda de la Secretaría General del Sínodo y de todos los Dicasterios de la Curia.
“El Documento es un don para todo el pueblo fiel de Dios, en toda su variedad de expresiones. Es obvio que no todos lo leerán: seréis sobre todo vosotros, junto con muchos otros, quienes haréis accesible lo que contiene en las Iglesias locales. Sin el testimonio de la experiencia, el texto perdería gran parte de su valor”, dijo Francisco.
Escucha, diálogo y reconciliación para alcanzar la paz
Asimismo, pidió “testimoniar que es posible caminar juntos en la diversidad, sin condenarse unos a otros”. Junto a ello, el Papa, recordando que “venimos de todas las partes del mundo, marcadas por la violencia, la pobreza y la indiferencia”, dejó claro que “juntos, con la esperanza que no defrauda, unidos en el amor de Dios difundido en nuestros corazones, podemos no sólo soñar con la paz, sino comprometernos con todas nuestras fuerzas para que, quizá sin hablar tanto de sinodalidad, la paz se alcance a través de procesos de escucha, diálogo y reconciliación”. La Iglesia sinodal para la misión necesita ahora que las palabras compartidas vayan acompañadas de hechos. Y este es el camino a seguir”.
“Todo esto es un don del Espíritu Santo: es él quien crea la armonía, es él quien es armonía”, subrayó, invitando a leer el tratado de San Basilio sobre el Espíritu Santo, donde aparece como armonía. A partir de ahí, el Papa pidió “que la armonía continúe también cuando dejemos esta sala, y que el Soplo del Resucitado nos ayude a compartir los dones que hemos recibido”. Antes de dar las gracias, el Papa recordó las palabras de Madeleine Delbrêl: “hay lugares donde sopla el Espíritu, pero hay un Espíritu que sopla en todas partes”.
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