El sínodo “no puede ser un espacio para negociar un cambio estructural”

El sínodo “no puede ser un espacio para negociar un cambio estructural”
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En el día en que la Sala Stampa de la Santa Sede volvía a su sede habitual, después de un largo tiempo de reforma, tuvo lugar la primera rueda de prensa de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que tiene lugar en Roma de 2 a 27 de octubre, que cuenta con 365 miembros. Además de Paolo Ruffini, prefecto del dicasterio para la comunicación, y Cristiane Murray, subdirectora de la Sala Stampa, participaron Giacomo Costa, secretario especial de la Asamblea Sinodal, Ricardo Battochio, presidente de la Asociación Teológica Italiana, María Dolores Palencia, una de las presidentes delegadas de la asamblea, y Mons. Daniel Ernesto Flores, obispo de Brownsville (Estados Unidos).

Importancia de la espiritualidad y la oración

En la Asamblea Sinodal, “la espiritualidad y la oración ocupan un lugar muy importante”, según Ruffini, así como la situación mundial, marcada por la guerra, algo presente en la intervención del cardenal Grech en su intervención en la primera congregación y que ha llevado a la asamblea a rezar por la paz. Igualmente, se refirió a los diez grupos de trabajo creados por el Papa, cuya labor se entrelaza con la de la Asamblea Sinodal. En la mañana de este jueves se han empezado a trabajar los fundamentos del Instrumentum laboris.

Llamados a dar un paso más

Una Segunda Sesión en la que “estamos llamados a dar un paso más”, destacó Giacomo Costa, que insistió en que “no es una repetición, ni una continuación cronológica de lo que se vivió el año pasado”, destacando lo aprendido en el camino recorrido. Igualmente, subrayó las palabras del Papa que afirman que “no es una asamblea parlamentaria, sino lugar de escucha y de comunión”, algo que debe ser entendido cada vez más. Del mismo modo, recordó que el Sínodo “no puede ser un espacio para negociar un cambio estructural, sino un lugar para escoger la vida con vistas a la conversión y el perdón”, algo a lo que ha ayudado la vigilia penitencial.

En la primera jornada se ha presentado el trabajo realizado, con una comunicación del cardenal Grech que ha ayudado a entender la necesidad de que los diez grupos de reflexión sean talleres de vida sinodal, en los que seguir aprendiendo, invitando a apoyar estos grupos, a quienes todos les pueden enviar contribuciones hasta julio de 2025, que será recopilado y enviado a los grupos por la Secretaría del Sínodo, siendo así un modo de trabajar juntos como Iglesia de una forma diferente, algo en lo que ha insistido desde el principio el Papa, todos dentro del camino para que la Iglesia pueda continuar anunciando el Evangelio, escuchar y ser signo de esperanza en un mundo dividido y fragmentado.

En el trabajo de los grupos, la novedad es la reflexión a partir del Instrumentum laboris, para que puedan emerger los mejores elementos, en busca de los temas a ser votados por la Asamblea, y así pasar a ser una Iglesia sinodal misericordiosa, en lo que insiste el Papa Francisco, como ha señalado Giacomo Costa.

Una Iglesia sinodal misericordiosa

La celebración penitencial creo el ambiente de la Asamblea, afirmó Battochio, generando una conciencia de lo que significa ser Iglesia, consciente del pecado individual y de toda la Iglesia, un pecado que es una herida de las relaciones y que lleva a pensar en la necesidad de la misericordia, pues el amor de Dios no se cansa y hace posible vivir relaciones nuevas, en una Iglesia sinodal misericordiosa, que lo es porque es alcanzada por la misericordia de Dios. Igualmente, destacó la importante labor de los teólogos y su ayuda en la reflexión y redacción del Instrumentum laboris, que ahora facilitan la comprensión teológica de los aportes individuales y de los círculos menores.

Un camino hecho poco a poco

Como una de las presidentas delegadas, María Dolores Palencia destacó la importancia de que los presidentes delegados se hayan reunido días antes de comenzar la Segunda Sesión, junto con los facilitadores, “pudiendo expresar las dudas y pequeños temores, y crear la comunidad de amistad y de fraternidad, pudiendo comenzar la asamblea con mucho ánimo y mucha liberta, sintiendo que vamos haciendo este camino poco a poco, juntos, juntas”, resaltando que no hay un Documento Final pronto y sí un documento a trabajar, profundizar, a discernir, a avanzar en él, tomando muy en cuenta la realidad de nuestro mundo, que se vuelve cada vez más extrema.

Un mundo que “es mirado con amor de Dios, con amor del Padre y con nuestro propio amor”, afirmó la religiosa. Insistió en que “desde esta mirada amorosa y misericordiosa, poner lo mejor de nosotros mismos y de nosotras mismas para hacer un camino de reflexión y de profundización, para que podamos encontrar orientaciones, camino, maneras de avanzar hacia una vivencia concreta de este modo de ser Iglesia, que es la sinodalidad para la misión”. María Dolores Palencia insistió en que “la mirada está en la misión, el objetivo es la misión”, afirmando estar en la Asamblea como un regalo recibido para un servicio de Iglesia para el mundo.

la perspectiva no es enemiga de la verdad

El obispo estadounidense destacó el hecho de reencontrarse y así recordar lo vivido en el último año, destacando el crecimiento que se ha dado. Mons. Flores destacó la importancia del silencio en el retiro, como momento de donde procede la palabra, algo importante en una Segunda Sesión que va a ser un tiempo para profundizar en el silencio como parte fundamental de todo aquello que tiene un estilo sinodal, que emerge de la comprensión espiritual sobre cómo el mundo se manifiesta. Junto con ello, destacó las perspectivas diferentes de presentar la Resurrección en el Evangelio de Juan, llevada a cabo por el padre Radcliffe en el retiro.

Para Mons. Flores, “la perspectiva no es enemiga de la verdad, es la manera normal de actuar de la Iglesia”. En ese sentido, la realidad sinodal consiste en ser conscientes de que la perspectiva se acerca al Misterio, pero desde contextos diferentes”, destacando la importancia de escuchar como modo de entender las perspectivas locales, insistiendo en escuchar las voces de las personas, que quieren expresarse desde su perspectiva. En ese sentido, afirmó que si fuera fácil escuchar todos lo haríamos, pero no es así, con lo que la realidad sinodal es una escucha consciente de las diferentes perspectivas, que hay que conocer para poder tener un marco amplio, que es el rostro de Cristo en e mundo en que vivimos.


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